Dirección y guión: Corneliu Porumboiu.
País: Rumania.
Año: 2006.
Duración: 89 min.
Interpretación: Mircea Andreescu (Emanoil Piscoci), Teo Corban (Virgil Jderescu), Ion Sapdaru (Tiberiu Mănescu).
Producción: Corneliu Porumboiu.
Música: Rotaria.
Fotografía: Marius Panduru.
Montaje: Roxana Szel.
Diseño de producción: Daniel Raduta.
Vestuario: Monica Raduta.
Estreno en Rumania: 29 Sept. 2006.
Los mismos, menos MARY
SRA. MARTIN:
– Eso me ha dado frío en la espalda.
SR. MARTIN:
– Sin embargo, hay cierto calor en esos versos.
EL BOMBERO:
– A mí me ha parecido maravilloso.
SRA. SMITH:
– Sin embargo. . .
SR. SMITH:
– Usted exagera. . .
EL BOMBERO:
– Es cierto. . . todo eso es muy subjetivo. . . pero así es como concibo el mundo. Mi sueño, mi ideal. . . Además, eso
me recuerda que debo irme. Puesto que ustedes no tienen hora, yo, dentro de tres cuartos de hora y dieciséis minutos
exactamente tengo un incendio en el otro extremo de la ciudad. Tengo que apresurarme, aunque no tenga mucha
importancia.
SRA. SMITH:
– ¿De qué se trata? ¿De un fueguito de chimenea?
EL BOMBERO:
– Ni siquiera eso. Una fogata de virutas y un pequeño ardor de estómago.
SR. SMITH:
– Entonces, lamentamos que se vaya.
SRA. SMITH:
– Ha estado usted muy divertido.
SRA. MARTIN:
– Gracias a usted hemos pasado un verdadero cuarto de hora cartesiano.
EL BOMBERO (se dirige hacia la salida y luego se detiene):
– A propósito, ¿y la cantante calva?
Silencio general, incomodidad.
SRA. SMITH:
– Sigue peinándose de la misma manera.
EL BOMBERO:
– ¡Ah! Adiós, señores y señoras.
SR. MARTIN:
– ¡Buena suerte y buen fuego!
EL BOMBERO:
– Esperémoslo. Para todos.
EL BOMBERO se va. Todos lo acompañan hasta la puerta y vuelven a sus asientos.
ESCENA X
“La cantante calva” de
Eugène Ionesco
Dos películas conocemos de Corneliu Porumboiu, realizador rumano de 35 años (nació el 14 de setiembre de 1975), “Policía, Adjetivo” (Police, Adjective, 2009), es una de ellas, y ésta, anterior, “12:08 AL ESTE DE BUCAREST” (2006), de la que nos ocuparemos un poco más haciendo referencia a su notable historia y su peculiar modo de narrarla. En realidad, ambas son motivo de un análisis detenido y minucioso, pertenecen al llamado nuevo cine rumano, y así como Pablo Trapero, con “Mundo Grúa” y “Carancho”, en nuestro país, tuvo el atrevimiento de indagar, con sus implicancias formales, en los contenidos a los que estábamos acostumbrados, y así elaborar un cine en muchos aspectos distinto y merecedor de la debida atención, Porumboiu adopta una forma original de hacer cine policial en “Policía, Adjetivo” (tengamos en cuenta que estamos en Rumania y no en Hollywood), y termina definitivamente asentándose en el notable dramaturgo Eugène Ionesco para realizar una obra cinematográfica sobre una hora determinada en una pequeña ciudad, cerca de Bucarest, en donde un hecho importante, muy importante de la historia rumana, va a ser dilucidado por tres personajes irrelevantes frente a una precaria cámara, en un precario estudio con un novato camarógrafo manejándola, provocando la emisión, con participación de ocasionales oyentes, de un absurdo programa o una absurda entrevista sobre los sucesos acontecidos en Bucarest alrededor de las 12:08 del día 22 de diciembre cuando las fuerzas armadas detienen al presunto “tirano comunista” Nicolae Ceauşescu, le hacen un sumarísimo juicio, para luego ejecutarlo misteriosamente junto con su mujer, una “mala e indigna” primera dama tan o más fanática que el presidente rumano.
La película está hecha en dos partes bien diferenciadas. La primera donde presenta y retrata los personajes, además de mostrar una ciudad con derruidos edificios, desolada, desmañada y desprolija. Un profesor de historia, dipsómano, lleno de deudas; un abuelo que lo único que sabe hacer es de Papá Noel, famoso por esas interpretaciones; y un conductor televisivo, dueño de los estudios en los que se va a desarrollar la segunda parte de la historia y eje del film, o sea la entrevista a los dos primeros individuos, y cuya intención es tratar de explicar los hechos en esa ciudad, al este de Bucarest (Rumania) el 22 de diciembre de 1989, o sea, explicar la caída y posterior ejecución de Nicolae Ceausescu, quien gobernó ese país desde 1965, y si hubo, en realidad, una verdadera revolución, de acuerdo y según los dos entrevistados son capaces de recordar. Con una cámara fija y los tres personajes hablando crea uno de los cuadros más desopilantes y absurdos que se pueden haber visto en el cine, con disparatados diálogos y constantes interrupciones telefónicas de televidentes que critican los dichos del profesor, la manera de conducir el interrogatorio, o por el sólo hecho de criticar a los propios entrevistados, su moralidad y si estuvieron realmente en el lugar de los hechos, o sea la plaza, presencia un tanto dudosa.
La referencia a la hora 12:08 en el título del film tiene que ver con los minutos que pasaron desde la huida en helicóptero de Causescu y su mujer desde Bucarest. Fueron ejecutados a las 15 y minutos del 22 de diciembre. Un reloj en la imagen del edificio del fondo en el estudio marca simbólicamente la hora de la ejecución, o de los sucesos que se desarrollaron durante el proceso de derrocamiento y fusilamiento del matrimonio. Dato que a medida que se desarrolla el programa cobra más y más relevancia, como si el antes y el después significara el paso irreductible de la historia o configurara la consciencia histórica y revolucionaria de los habitantes de la ciudad, también muy dudosa, según se infiere de los relatos y las intervenciones de los espectadores.
Eugène Ionesco fue un dramaturgo rumano, al menos nacido en Rumania, aunque escribió prácticamente toda su obra en Francia, pero estudió en Bucarest literatura, y fue el representante, junto con el irlandés Samuel Becket, de una de las corrientes más representativas del teatro del absurdo en la Europa de los años 40, 50, y 60. “La cantante calva” y “El rinoceronte” fueron algunas de obras más representativas. La irracionalidad del hombre, su alienación, la imposibilidad de una comunicación lógica (cartesiana), los conflictos de un mundo cada vez más alejado de las reales necesidades de sus habitantes, la apelación a recursos disparatados, oníricos y más cercanos a la pesadilla, a la fantasía, al discurso irracional, y a la incoherencia del pensamiento con relación a la realidad, son o constituyen los fundamentos filosóficos, estéticos y dramáticos de sus obras. Construir una obra cinematográfica sobre esta concepción implica no sólo desdramatizar los hechos sino también adoptar una posición existencial para explicar la marcha de la historia en función de lo inconsciente, tal como lo asumió Shakespeare en “Macbeth” cuando le hizo decir a su personaje que la historia no era más que una serie de sucesos relatados por un idiota llenos de furia y sonido. La influencia del dadaísmo y el surrealismo en esta concepción del teatro del absurdo ayuda bastante a comprender la actitud de Porumboiu al colocar la cámara, una cámara manejada irrespetuosamente, e interrogar a dos inconscientes personajes para hablar acerca del verdadero carácter de la revolución rumana de 1989, por lo menos en esa ciudad al este de Bucarest.
Ionesco estaría presente en el desequilibrado e irreflexivo discurso de los protagonistas con el auditorio y entre sí. Los distintos puntos de vista o interpretaciones del suceso histórico y la categoría más o menos revolucionaria del mismo, sus matices y veracidad, nos remiten al famoso cuento japonés, Rashomon, tema de la fantástica película de Akira Kurosawa, donde se relata un suceso desde la mirada de varios personajes hasta poner en duda si realmente fueron testigos del mismo. Y aquí, entonces, se entra en el verdadero juego narrativo del autor del film. Es muy difícil que la consciencia del hombre presente hechos irrefutables, para él estará siempre impregnada de incertidumbre y será siempre puesta en duda tantas veces como relatos se puedan hacer de los mismos. La Rumania de Causescu será enjuiciada, sus particulares posiciones y actos serán interpretados y relatados desde numerosos ángulos y sólo dos idiotas, para Parumboiu, darán testimonio de su presencia en la plaza y si se desarrolló en ese lugar antes de las 12:08 hs. un hecho revolucionario, o la indiferencia y la apatía dominaron la plaza luego de ese horario. En ningún momento se menciona en detalle cómo se desarrollaron los acontecimientos, cómo se documentaron, o cuáles fueron las causas y la naturaleza del proceso desencadenado, muy grave y de suma gravitación para toda Rumania, e inclusive el mundo entero. La caída del muro de Berlín, el fin de una era de dominio bipolar, el reacomodamiento de una región y de importantes países que conformaron uno de los poderes más extraordinarios de la historia de la humanidad, tampoco se destaca o se señala en la entrevista. La tambaleante y dubitativa cámara, cuarto personaje de este absurdo interrogatorio, sólo registra una vana y vacía discusión sobre la presencia o no del pueblo o de algunos habitantes en la plaza pública de esa ciudad, que no es Bucarest.
La torpeza y el desconcierto domina la conmemoración de la “independencia” rumana, luego de 16 años, en el estudio, y el medio, la televisión, se constituye en lo que es, la forma más banal y excéntrica de inquirir e indagar sobre el milagro que es hoy Rumania, ya que nadie dice nada, todo es vacío, y los hechos, “la realidad”, fue una triste comedia, al menos así parece ser en el recuerdo de muchos.
Héctor Correa
Punta Alta, diciembre de 2010
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