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domingo, 11 de junio de 2017

MANCHESTER JUNTO AL MAR (Manchester by the Sea )



MANCHESTER JUNTO AL MAR


Título original: Manchester by the Sea 
Año: 2016
Duración:135 min.
País: Estados Unidos
Director: Kenneth Lonergan 
Guion: Kenneth Lonergan
Música: Lesley Barber
Fotografía: Jody Lee Lipes
Reparto:
Casey Affleck, Michelle Williams, Kyle Chandler, Lucas Hedges, Tate Donovan, Eri-ca McDermott, Matthew Broderick, Gretchen Mol, Kara Hayward, Susan Pourfar, Christian J. Mallen, Frankie Imbergamo, Shawn Fitzgibbon, Richard Donelly, Mark Burzenski, Mary Mallen 
Productora: Amazon Studios / K Period Media / B Story / CMP / Pearl Street Films

Premios
2016: Premios Oscar: Mejor actor (Casey Affleck) y guion original
2016: Globos de Oro: Mejor actor drama (Affleck). 5 nominaciones inc. mejor película
2016: Premios BAFTA: Mejor guion original y actor (Affleck). 6 nominaciones
2016: Premios César: Nominada a Mejor película extranjera
2016: American Film Institute (AFI): Top 10 - Mejores películas del año
2016: Premios Independent Spirit: Mejor actor (Casey Affleck)
2016: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor guion, actor y actriz secundaria
2016: Críticos de Los Angeles: Nominada a mejor guion, actor y actriz sec.
2016: National Board of Review (NBR): 4 premios incl. mejor película y actor (Af-fleck)
2016: Premios Gotham: Mejor actor (Affleck). 4 nominaciones
2016: 3 Critics Choice Awards: Guion original, actor (Affleck) actor joven (Hedges)
2016: Sindicato de Productores (PGA): Nominada a Mejor película
2016: Sindicato de Directores (DGA): Nominada a mejor director/película
2016: Sindicato de Guionistas (WGA): Nominada a Mejor guion original
2016: Sindicato de Actores (SAG): 4 nominaciones inc. mejor reparto y actor (Af-fleck)
2016: British Independent Film Awards (BIFA): nom. mejor película intern. indepen-diente
2016: Festival de Gijón: Mejor actor (Affleck) y Premio Especial del Jurado
2016: Satellite Awards: Mejor película (ex-aequo) y director. 7 nominaciones



Si bien sólo recibió dos premios en la 89.ª entrega de los Oscar, año 2016, al mejor guion original, y a Casey Affleck, al mejor actor, como Lee Chandler, protagonista del film, la obra irrumpe como una magnífica realización que excede a los premios y al Oscar mismo. Lo que nos avisa sobre la relativa consideración que debemos tener a la hora de valorar este suceso, tan enraizado e incorporado en la gran producción del cine norteamericano, y por qué no en la cultura del americano medio.
Dicho esto, los planos semánticos y estéticos, emergen sucesivamente como para hacer un merecido esfuerzo y así poder disfrutar del film. Planos que no son compartimientos estáticos, sino que van entretejiéndose, mezclándose y enriqueciendo, modelando la historia y sus personajes. 
Manchester-by-the-Sea es un pueblo muy pequeño, con apenas 6000 habitantes y se encuentra ubicado en el condado de Essex, Estado de Massachusetts. Establecido en 1626-27, incorporado como ciudad en 1645. Probablemente denominado así en honor de Edward Montague (1602-1671), conde de Manchester, aunque puede haber sido nombrado por Manchester, Inglaterra. Antes de 1645, era parte de Salem llamada 'Jeffreys Creeke'. En realidad deberíamos llamarla Town of Man-chester-by-the-Sea, su verdadero topónimo.


Sobre este minúsculo lugar de los Estados Unidos se desarrolla gran parte del cuento cuyo título explicamos brevemente y da vida a la película.
La población original fueron puritanos del s. XVII quienes fundaron Massachusetts, aunque hoy en día conviven diversas iglesias así como etnias, pero en su mayoría son anglo sajones. Este estado tiene 14 condados, y Town of Manchester-by-the-Sea se encuentra en Essex, uno de ellos.
No nos vamos a introducir en la historia, ni en la cultura o la geografía de esta región, tan importante como extensa ya que es uno de los siete estados más grandes del país, y tiene, también centros culturales, educativos y científicos, como la Universidad de Harvard, por citar algo, tan querido a nosotros.
Y ¿por qué entonces, Lonergan, tituló su film de esta manera?
Dos films –entre otros-, ya considerados clásicos, “Manhattan” de Woody Allen y “Paris.Texas” del alemán Win Wenders, incursionaron de la misma manera, no en la mera locación, fueron más allá, sus historias estuvieron penetradas por esos “lugares”, uno el de la inmensa urbe, y el otro por el camino, el tránsito vívido y existencial de los personajes que caminaron por sus calles y el desierto del sur norteamericano.


El film no se dedica a mostrar o describir el espacio en el que se desenvuelven los actores, el entorno comprende a ellos, los abarca y los complementa emocionalmente. El mar, su puerto, las calles, la nieve, son o constituyen elementos narrativos que se diluyen en el mismo drama, en la culpa o el conflicto, en las idas y venidas, las viviendas, o las caminatas por la ciudad. Nos ayuda a entender la historia, la psicología y la naturaleza de las relaciones encontradas hasta su máxima expresión.
Kurosawa (Derzu Uzala, 1975) creaba una tormenta de nieve para clarificar o describir mejor la conflictividad del hombre y sus interrelaciones.  El neorrealismo de De Sica, un hombre y su bicicleta (Ladrones de bicicletas, 1948), para introducirnos en el drama de la posguerra. Eastwood unos puentes (Los puentes de Madison, 1995) en el condado -del que fue su alcalde- para mostrar la duda existencial de la mujer (Francisca) en un espacio rural anodino y rutinario. O la ciudad después de la guerra, su tenebrosas calles y las existencias degradadas de una gran urbe para que Elia Kazan nos enseñe el drama cotidiano de hombres y mujeres desorientados y descreídos. Sólo una narración atenta e inteligente del contexto territorial o urbano puede integrar esos mundos para lograr una fábula profunda. De eso se trata esta película, de ahí su título y su hondura. Sus otros films  –pocos, apenas tres-, ya apuntaban, en ese sentido. 
El premio a la mejor película lo recibió “Moonlight”, del cual vale la pena destacar su originalidad narrativa y temática, en un mundo un tanto apático sobre ciertos temas en los diversos e infinitos mundos narrativos. Y volveremos en su oportunidad. Pero, sobre este otro, apenas galardonado, caben muchas más reflexiones, ya que los lugares y espacios, como en la novela de s.XIX, y principios del XX, funcionan y determinan, con una dinámica vital, las conductas y el desarrollo de las historias. “Cumbres borrascosas” (Emily Brontë, 1847) es un excelente ejemplo.
En realidad Manchester by the Sea es la historia de un retorno, de una ciudad como Boston a este pueblo, de un regreso casi forzado, lleno con una carga de recuerdos personales, familiares y de los que surgen de sus calles, bares y otros relacionados con el mar. El mar está ahí. Sus aguas son un asunto mítico que se involucra quieras o no en esta historia, depresiva historia, complicada historia, conflictiva historia.


¿Cómo se resuelve, cómo hace Lonergan para definirla y terminarla?. No voy a contar el final, sólo hay que verla. Vale la pena.
La complejidad de Lee Chandler está determinada por su historia y por su trágica condición de un hermano muerto recientemente, un conflictivo sobrino a quien debe cuidar y un divorcio con un hijo que debe asumir en medio del pequeño pueblo y de un mar emocionalmente insondable. Esto es, en definitiva, “Manchester by the Sea”. No es mucho, pero su riqueza se encuentra en estas profundidades humanas, y, presumo, en muchos de nosotros, empapados por el mismo oleaje que baña las calles de sus pequeñas vidas.

Héctor Correa
Punta Alta, 10 de junio de 2017

martes, 9 de junio de 2015

CONSIDERACIONES SOBRE EL CINE COMERCIAL Y EL CINE DE AUTOR



CONSIDERACIONES SOBRE EL CINE COMERCIAL Y EL CINE DE AUTOR

Cinencuentro 

Sobre ir al (multi)cine y ver películas, en el Perú

Escrito por Laslo Rojas

Lunes, 8 junio 2015


Luego de leer esta entrevista al gerente general de Cineplanet, la empresa de multicines más grande del Perú, y los comentarios que se hicieron al respecto en distintos medios online, como en el blog En Cinta del amigo Alberto Castro, algunas ideas se me vinieron a la cabeza, algunas reflexiones sobre lo que significa ver películas en estos días, en un país como el Perú.



Multicines en Lima, Peru (Foto: Agencia Andina)

Para comenzar, pienso que nos estamos equivocando si esperamos que el multicine como lo conocemos actualmente sea una especie de templo del cine, un lugar donde el visionado de ese objeto sagrado llamado película sea lo más importante. Si eso fue así en algún momento del pasado, dudo mucho que lo volvamos a vivir. (Y probablemente las personas de mi generación, treintañeros para abajo, nunca vivimos tal época dorada). Considero además que esta palpable realidad no es necesariamente algo malo, es simplemente… distinto. Intentaré explicarme en las siguientes líneas.

Con los años de experiencia que tengo como espectador/consumidor, considero que el visionado de la película dentro de un multicine no es lo principal para el negocio de la exhibición. La película se ha convertido más bien en la excusa perfecta para atraer público a estos establecimientos cuyo principal (y válido) negocio es vender popcorn y otros snacks. Estos son los productos que, así lo entiendo, les ofrecen la mayor rentabilidad a las empresas exhibidoras, así que desde el punto de vista empresarial, se entiende porqué le dan tanta preponderancia a la venta de esos productos, por encima incluso de la experiencia del visionado de la película.

Por ejemplo, sobre la cada vez más extendida práctica de vender popcorn dentro de la misma sala, e incluso durante la proyección de la película: Es poco probable que las empresas exhibidoras (los multicines) estén haciendo esto si saben que van a mortificar y espantar a su público, sus preciados clientes. Todo indica que el público en general –no nosotros, “los cinéfilos”- le da más importancia a comodidades como esa venta delivery que a la proyección inmaculada y sin interrupciones de una película. El público quiere ver la película, sí, pero al parecer no les molesta perderse unos minutos del filme para atender al vendedor de canchita. (Por cierto, tampoco les molesta salir un toque al baño, o chequear su celular. Elaboraré sobre esto último más adelante). 

“Ir al cine” se ha convertido, pues, en una experiencia que se desarrolla alrededor de la proyección de la película, pero que no se limita a eso, para nada, sino que incluye el consumo de otros aditamentos, comidas, bebidas, así como servicios extras, proyección en 3D, salas con sillones especiales con efectos de movimiento, sonoros, etc. Y todo esto por supuesto, compartido con nuestros amigos o familiares. “Ir al cine” es una experiencia social. Lo sigue siendo, en todo caso.

Sin embargo a mí me gusta pensar que en la actualidad “El Cine” no se limita al multicine. Para mi “Cine” es ver una película en esa sala oscura, con sillones grandes y olor a popcorn, como también lo es ver un blu-ray en un buen TV LED, darle play a ese archivo de video que descargué o que elegí en el app de Netflix en mi laptop o tablet.

Como decía, ver una película ha sido siempre una experiencia social. Es cierto, al ver la película está uno y las imágenes, esa es la relación inicial que se establece, de uno a uno, aparentemente solitaria dirían algunos. Pero al mirar estas imágenes se dispara también la necesidad de compartir nuestras sensaciones sobre lo que acabamos de ver. Antiguamente uno esperaría a que terminara la proyección, para luego conversar sobre el filme con los amigos, tomando un café. En ocasiones, se llegaba a comentar algo, brevemente y en voz baja durante la misma proyección. Así de fuerte es la necesidad de compartir la experiencia de ver una película.

En nuestros días esto es así: Uno sigue queriendo compartir estas sensaciones con los demás, utilizando entre otras cosas las herramientas con las que contamos hoy, léase el smartphone. Pero las normas sociales que ha establecido desde siempre una sala de cine no son compatibles con estas recién adquiridas costumbres: mantenerse callado y quieto a oscuras, durante dos horas seguidas, es un reto para más de uno. Aquí es cuando aparece como opción ideal el visionado de una película en la comodidad de tu hogar.

Al ver una película en casa, uno puede interrumpir el visionado a voluntad, para ir al baño, prepararse algo de comer, o chequear Facebook en el celular sin molestar a nadie, o repetir esa última escena que te gustó tanto o que no lograste entender completamente. Ventajas notables que, como todos sabemos, no se pueden conseguir en un multicine. 

Desde hace ya un buen tiempo, realizar alguna de estas actividades durante el visionado de una película dejó de ser para mí un pecado mortal. Esto fue algo que sentí validado cuando, al ver películas en casa junto a amigos que son mucho más tradicionalistas que yo al respecto (del tipo de los que aman el celuloide y extrañan los cines de barrio), noté que incluso ellos, puristas entre los puristas, no tenían reparos en revisar sus smartphones durante los tiempos muertos de la película rumana de turno. Ningún cinéfilo murió por hacer esto, ni modificó su valorización final de la película.

Viendo nuestro cine



Viaje a Tombuctu

Respecto a la discusión sobre el maltrato que recibe el cine peruano de parte de los multicines: Me parece que desde hace un par de años, las empresas exhibidoras han dejado de considerar al “cine peruano” como una categoría única. Para los multicines las películas peruanas ahora son o “películas de géneros comerciales” o “el otro cine”, tal como subdividen al resto de películas de otras latitudes. Para bien o para mal.

Desde la aparición de Asu Mare, los multicines se dieron cuenta que podían considerar a una película de “cine peruano” como “película comercial”, con las posibilidades de negocio que eso significaba para todas las partes involucradas, productores, exhibidores, distribuidores, etc. (E incluso con ventajas respecto a los blockbusters gringos: aca sí tienen a las estrellas de los filmes locales a su entera disposición, para promocionar día y noche sus productos/películas en medios masivos, una herramienta de marketing que Hollywood explota sin piedad). 

Mientras tanto, el resto de películas nacionales, las “cintas de autor” que les dicen, continuarían recibiendo el trato que reciben todas las otras películas de intéres del cine mundial que logran asomar por nuestro país. Así, lo que por estos días sufre la peruana “Climas” (ser exhibida solo en cinco salas, en 16 funciones al día), lo sufrieron en su momento las estadounidenses “Boyhood” y “Foxcatcher”, o la japonesa “Like Father, Like Son”, por mencionar solo algunos estrenos recientes de películas de primerísimo nivel.

Retomando un poco la idea inicial de este rant: No creo que el multicine sea el lugar ideal para esperar ver ese “otro cine”, el peruano o de otras procedencias. El multicine y su público no son compatibles con ese cine distinto, que requiere mayor atención del espectador. Una “película de autor” sufre en ese ambiente rodeado de blockbusters y cajas de popcorn. Me que parece en vez de esforzarnos en lograr el preciado estreno de estas películas en multicines, deberíamos comenzar a crear más salas alternativas a este circuito comercial, algo que cineastas como la directora de “Climas” también propone, imitando lo que se hace en grandes ciudades del mundo.

Otros espacios ideales para ese “cine distinto” son las nuevas pantallas, que ya no son tan nuevas, y las cuales considero tan Cine (en mayúscula) como las pantallas del multicine o de la sala independiente. Me refiero a la proyección casera en todas sus variantes, en televisores, en computadores, en tablets.

Sí, siempre escucharemos a los que exigirán y desearán ver aquel esperado nuevo filme portugués o turco en “el cine”, en pantalla grande, con sonido Dolby, a oscuras y sin interrupciones mundanas. ¿Pero qué si estás condiciones tan específicas no se llegan a dar nunca? ¿Se deja de ver aquel venerado filme, y se queja uno eternamente? ¿O nos adaptamos a los tiempos que corren, tomamos las herramientas con las que contamos, y vamos moldeando un nuevo estándar de visionado de películas?

Más que “renunciar y resignarse” a no tener nuestras películas favoritas proyectadas en pantallas gigantes en un sistema inventado hace más de un siglo, creo que debemos buscar opciones y así renovar la experiencia de ver cine. Porque al final de cuentas lo más importante siempre han sido las imágenes, las historias, y el feeling de verlas, oírlas y compartirlas, mucho más importante que el soporte, el ecran, la pantalla o los pixeles.


Carlos dice:

8 junio 2015

“La película se ha convertido más bien en la excusa perfecta para atraer público a estos establecimientos cuyo principal (y válido) negocio es vender popcorn y otros snacks. Estos son los productos que, así lo entiendo (…)”

Esto es desmentido por el gerente de Cineplanet en la entrevista. ¿Hay alguna fuente que confirme este parecer? Personalmente, no me parece apropiado argumentar parte de un artículo de acuerdo a lo que el autor “así lo entiende”.

Laslo Rojas dice:

9 junio 2015

Lo que el gerente de Cineplanet dice en la entrevista es que el mayor porcentaje de sus ingresos brutos (del “ticket”) proviene aun de las entradas al cine. Lo que no dice aquí es qué lado del negocio les es más RENTABLE, si la venta de snacks o la venta de entradas. 

Respecto del negocio del popcorn en la industria de los multicines recomiendo que lean el libro “Cultura Mainstream”, en particular estas páginas: “…la rentabilidad del cine no reside tanto en las entradas como en las concesiones, cuyos ingresos conservan íntegramente el exhibidor”

Aquí el libro completo http://es.scribd.com/mobile/do.....Mainstream


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Punta Alta, 09 de junio de 2015

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