“El cine es la música de la luz”
Abel Gance
“Esta música de la luz siempre ha sido y será la esencia del cine”
Walter Ruttmann
Acerca de la significación y trascendencia del fenómeno cinematográfico en el siglo XX, y hasta nuestros días, se ha escrito mucho, se sigue escribiendo, y se seguirá escribiendo por mucho tiempo más. No muchos han tomado conciencia de esto.
Un análisis exhaustivo del hecho cinematográfico nos llevaría a sustentar la sostenida y total implicancia social que éste tiene en nuestra civilización. Más, hoy en día desconocer el cine como elemento de expansión cultural es negar una realidad, que por su vitalidad y energía, así como por su poder comunicacional, está incorporada a lo más profundo del hombre contemporáneo.
En este sentido otros estudios y estudiosos han ido más allá, y lo han tratado como lengua, con características propias y leyes peculiares; es decir no sólo como medio expresivo, dentro del arte contemporáneo, sino como la representación de la escritura de una lengua natural y total, vital, con profundas raíces en el hombre, en su entorno, sus sentimientos y en su razón.
Comprender y examinar esta lengua viva; detenerse a vislumbrar sus alcances, su expresividad; desentrañar su especificidad, su real y peculiar naturaleza; incorporarla en toda su dimensión hasta transformarla en una herramienta integradora dentro de la comunidad, es quizá uno de los mayores desafíos en la hora actual.
No podemos dejar de lado la irrupción explosiva de la imagen electrónica desafiando y pretendiendo desplazar la imagen fílmica dentro de nuestra cultura. Así y todo no podemos negar un hecho: ha modificado el modo tradicional de ver el cine, y lo que antes fue masivo en la salas cinematográficas hoy ha penetrado en los hogares, transformando modos y hábitos en el seno de la familia.
Por último, esta significación hace que debamos considerar atentamente estas palabras de Marshall MacLuhan: “La angustia crítica en que viven hoy todos los hombres es, en gran parte, el resultado de esa zona interfacial que existe entre una cultura mecánica, fragmentada y especialista en decadencia, y una nueva cultura integral que es completa, orgánica y macroscópica. Esta nueva cultura no depende en absoluto de las palabras.”
“El verdadero hombre de cine es aquel para quien un dato cualquiera, aunque sea completamente abstracto o puramente moral o sentimetal, se traduce de inmediato y se expresa soberanamente por hechos fílmicos, por las sombras, luces y formas que se mueven en la pantalla.”
Etienne Soubiau
El carácter integrador del cine, su capacidad de generar estímulos creativos y éticos, frente al desafío que impone el tratar de explicar y esclarecer la obra cinematográfica como producto artístico y prodigio cultural, sin duda de extraordinario desarrollo en el siglo XX, son los grandes objetivos que hoy plantea toda actitud humanista al momento de analizar el fenómeno.
El film como elaboración colectiva es una faceta ampliamente reconocida a la hora de interpretar el hecho estético. Las distintas voluntades que pone en marcha, director, guionista, montajista, escenógrafo, fotógrafo, productor, actores, músicos, etc., demuestra este rasgo integrador, y ensambla las fantasías y las potencialidades imaginativas con el sólo fin de lograr una obra artística, atractiva y enriquecedora, tanto para el grupo como para el espectador, destinatario al fin y razón de ser del fruto fílmico.
Por otra parte, el proceso creador plasma imágenes en movimiento que no se agotan en sí mismas, sino que, conciente o inconcientemente, portan ideas, sentimientos, una carga semántica transformadora de honda racionalidad y compromiso vital.
Este fuerte y vigoroso proceso dinámico pone en juego actitudes y conductas propias del trabajo en equipo, donde la solidaridad, el respeto por el otro, los distintos puntos de vista, y la sana pero ferviente discusión alrededor de una idea, alimentan el aporte individual y grupal.
Por último, el cine ha sido y es considerado, por los grandes teóricos, “el arte total”, hacia el cual confluyen todas las otras artes. Este carácter globalizador es el que, quizá, lo defina en su peculiaridad cultural e industrial, y por que no, educativo, ya que le otorga un rasgo trascendente dirigido al hombre en su individualidad y como ser social, en la medida en que es capaz de plasmar en imágenes una cosmovisión y una manera de inserción en el mundo.
Debe haber infinidad de sitios, páginas, blogs, dedicados al cine. Sitios colectivos dedicados a la crítica, al simple comentario, o simplemente a la información cinematográfica. O personales, individuales, de cinéfilos que encuentran, de esta manera, un espacio propicio para volcar sus puntos de vista, opiniones o complejos pensamientos, producto de intensos y profundos estudios acerca del fenómeno llamado cine. No sé en qué categoría deberá ubicarse este blog.
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