jueves, 8 de enero de 2009

ENFANT, L'


“En el mundo actual, y en el terreno que sea, sólo las obras excepcionales podrán dar brillo a Francia. Robert Bresson ejemplifica esta regla en lo referente al cine. Él es al cine lo que Dostoievski a la novela rusa o Mozart a la música alemana.”

Jean-Luc Godard


Dirección y guión: Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne.
Países: Bélgica y Francia.
Año: 2005.
Duración: 100 min.
Género: Drama.
Interpretación: Jérémie Renier (Bruno), Déborah François (Sonia), Jérémie Segard (Steve), Fabrizio Rongione (Matón joven), Olivier Gourmet (Oficial), Mireille Bailly (Madre de Bruno), Samuel De Ryck (Thomas), Sophia Leboutte (Inspectora), Frédéric Bodson (Matón mayor), Léon Michaux (Policía).
Producción: Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne y Denis Freyd.
Fotografía: Alain Marcoen.
Montaje: Marie-Hélène Dozo.
Diseño de producción: Igor Gabriel.
Vestuario: Monic Parelle.

Le fils

Dirección y guión: Jean-Pierre y Luc Dardenne.
Países: Francia y Bélgica.
Año: 2002.
Duración: 103 min.
Interpretación: Olivier Gourmet (Olivier), Morgan Marinne (Francis), Isabella Soupart (Magali), Rémy Renaud (Philippo), Nassim Hassaïni (Omar), Kevin Leroy (Raoul), Félicien Pitsaer (Steve), Fabian Marnette (Rino), Jimmy Deloof (Dany), Anne Gérard (Madre de Dany).
Producción: Jean-Pierre y Luc Dardenne, Denis Freyd.
Fotografía: Alain Marcoen.
Montaje: Marie-Hélène Dozo.
Diseño de producción: Igor Gabriel.
Vestuario: Monic Parelle.


No podríamos hablar de Enfant, L' sin mencionar Le fils. Y tampoco podríamos hablar de los hermanos Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne sin recordar el cine de Robert Bresson y de François Truffaut. Pero vayamos de a poco.

Qué filmó Bresson y por qué fue y sigue siendo importante como creador. Por varias razones, primero porque sus films son un ejemplo del más genuino lenguaje cinematográfico, diría mejor que el lenguaje de la imagen se expresó a través de su cine. Luego, porque su concepción de la utilización de esa lengua en función de la historia no sólo se limitó al mero y simple desarrollo narrativo, sino que además la subordinó a un pensamiento trascendente sobre el hombre, los pequeños o grandes problemas de relación con la sociedad, a los grandes temas de conciencia y en especial al lugar que ocupamos en el mundo ya sea como individuos o como parte de una comunidad. La austeridad, la simpleza de los encuadres, los planos estoicos y serenos, los silencios y el mundo interior de sus personajes, llenos de profunda intencionalidad existencial, son quizá los principales rasgos de su cine. Los actos, la acción del hombre de Bresson, están imbuidos de humanidad y sentido, de trascendencia y espiritualidad, no se ajustan a la estrecha significación causal del cine convencional, o mejor de la forma convencional de la narración, la imagen está cargada de una sensibilidad donde forma y significado adquieren su máxima expresión para el fin, ideológicamente claro y transparente, del autor.

“Mouchette”, “Un condenado a muerte se escapa”, “Pickpocket”, o “Diario de un cura rural”, son verdaderas muestras de una concepción expresiva como nunca un autor de cine supo elaborar. “Mouchette” (1966), o la historia de la tremenda angustia de una adolescente violada, maltratada e incomprendida; “Un condenado a muerte se escapa” (1956), la idea de la realidad pura y descontaminada ya sea de la mano del autor como de los sentimientos del personaje; “Diario de un cura rural” (1950), la conciencia en primer plano de un cura frente a su entorno, crudo y directo, obra maestra sobre el uso de ciertos recursos narrativos como la misiva y la voz en off; o “Pickpocket” –El carterista- (1959), tremendo alegato acerca de la lucha interior de un hombre atrapado entre la injusticia, la sociedad, y la redención que lo premia con el amor; son –entre otros films-, muestras ineludibles de su capacidad de indagación formal, por un lado, y de compromiso artístico por los dilemas irresolutos de la condición humana. Ambos para nada tratados en forma aislada, sino más bien entrelazados, interrelacionados y encarados con realismo y preocupación dirigidos al hombre como un todo indisoluble, o a la sociedad y a la obra de arte como expresión total. Sobre esta imagen de Bresson trata la cita de Goddard con la que iniciamos esta nota.

“Los cuatrocientos golpes”, obra cumbre de François Truffaut, no sólo se constituyó en film emblemático de un cine francés pleno de singularidad, originalidad, y sensibilidad hacia el tratamiento crítico del mundo y su relación con el hombre, sino que abordó la interioridad del niño, de la infancia, más como producto del crudo conflicto, sangrante y vivo, de ciertas ideas relacionadas con la sociedad y la familia cuestionadas por su inmoralidad e hipocresía, desgraciadamente aún vigentes. Truffaut, en la tradición bressoniana, es el director que indagó, con un ojo analítico sin precedentes, en los más oscuros e impenetrables rincones del hombre, primero como niño, luego como adulto y por último como parte de la sociedad, una sociedad que abandona, que hiere y lastima, y que busca sin cesar las formas más profundas de salvación. “Jules et Jim”, y “Disparen sobre el pianista”, sus otras dos obras cumbre, se constituyen en obras de una sensibilidad que nos conmueve de muchas maneras, pero en especial el mundo de los sentimientos y el mundo de la soledad y el abandono, ambos cabalmente registrados en toda su obra. Así, podemos explicar, por su calidad artística (como creador), y por su profunda humanidad, que por un lado haya podido realizar esa extraordinaria entrevista de quinientas horas nada menos que a Alfred Hitchcock, verdadero compendio de análisis de casi toda la obra de un verdadero genio, y por el otro, que haya sido invitado por Spielberg a participar en algunas escenas de “Encuentros cercanos del tercer tipo”, que aún hoy veo cada vez que puedo, claro homenaje a través de la emoción del encuentro y del reencuentro con una infancia ya perdida, dura y mágica a la vez.



De esto trata el cine de los hermanos Dardenne. La cámara sigue a los jóvenes protagonistas, a los personajes, como un ojo escrutador, como tratando de desentrañar lo más oscuros e indescifrables rincones de sus interioridades, constituyéndose en la mirada personal de los autores acerca de los conflictos, a veces incomprendidos o irracionales, de los adolescentes en este mundo lleno de sorpresas y falsas imágenes ofrecidas por aquellos mismos que ejercen el poder. Relaciones, desencuentros entre ellos mismos y con el adulto, las normas, la moral y la ética de una sociedad cada vez más dura e indiferente.

Analizar el comportamiento, extraño a los ojos del hombre mayor y de la sociedad, de personajes no adultos todavía, o con adolescencias tardías, frente a los grandes desafíos de la vida, como la paternidad, los avances tecnológicos y su influencia en el niño, o la supervivencia en el medio hostil de la vida de la gran urbe, es reconocer que todavía hay quienes nos alertan que el terreno es peligroso, y que la dura existencia cotidiana no es tan sencilla y está, sin duda, llena de peligros acechando, en especial al niño y al adolescente.

Héctor Correa
Punta Alta, enero de 2009

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