domingo, 21 de marzo de 2010

UN HOMBRE SERIO. ACERCA DEL JUDAÍSMO EN EL CINE



Recibe con humildad todo lo que te suceda
Rashi
Rabi Shlomo ben Itzjak(1040-1105)

Titulo original: A serious man
Dirección: Joel Coen, Ethan Coen
Guión: Joel Coen, Ethan Coen
Intérpretes: Michael Stuhlbarg, Richard Kind, Sari Lennick, Adam Arkin, Aaron Wolff, Jessica Mcmanus
Fotografía: Roger Deakins
Música: Carter Burwell
Montaje: Roderick Jaynes
Origen: Estados Unidos - Inglaterra - Francia (2009)
Duración: 105 minutos
Calificación: Apta para mayores de 13 años con reservas

La Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de los Estados Unidos ha otorgado ya sus 82 estatuillas desde su invención. Esta vez le tocó a "The Hurt Locker" (Vivir al límite) de la directora Kathryn Bigelow. Creo que vamos a volver sobre esta película en cualquier momento, merece cierto análisis desde dos puntos de vista, como realización y como una forma de ver la guerra, cualquier guerra.

Atrás quedaron importantes films, "A Serious Man" de Joel Coen & Ethan Coen (con & como acostumbran a escribir), "Precious", de Geoffrey Fletcher y "Up in the Air", de Jason Reitman, aunque esta última quizá sea la más convencional, si bien interesante la mirada crítica del director sobre el estilo de vida americano.

Trataremos de detenernos en poco en "Un hombre serio", quizá una de las visiones más originales sobre el judaísmo que haya hecho el cine de Hollywood, junto con las irónicas obras de Woody Allen, y aquella formidable película protagonizada por Gregory Peck: "La barrera invisible" -1947- (Gentleman's agreement) de Elia Kazan. Pero antes que nada, una breve referencia sobre ese extraordinario estudioso y comentarista de la Torá y del Jumash o Talmud que fue Rashi. Itzjak nació en Francia en 1040, vivió ese fenómeno medieval llamado Las Cruzadas, y tenía 25 años cuando se convirtió en un maestro de los libros sagrados del judaísmo. Muchos aprendieron de él, no sólo por su gran sabiduría, sino, por sobre todo, por su humildad e inteligencia para pasar desapercibido en los momentos en que sus maestros no acertaban en la interpretación de los textos, oscuros, crípticos, en muchos pasajes. Así dejó por escrito, de una manera original, sus comentarios e interpretaciones, en breves y fáciles, para el entendimiento del hombre común, pergaminos como el que encabeza esta nota y la película de los Coen. Tampoco vamos a insertarnos en la Cábala, como hizo Borges, no tenemos su destreza, ni su tiempo, ni su inteligencia. Sólo es un breve pasaje para señalar cuán importante es este comentario y ese prólogo donde un viejo rabino visita la humilde casa de un hombre y su mujer, y es expulsado en medio de una tormenta.

La historia se inicia entonces un siglo antes en una pequeña villa judía polaca (shtetl), con diálogos en Yddish. Sin ningún propósito conceptual, y sin aportar absolutamente nada a la historia que se desarrolla después, pero sí con una clara finalidad de disparador narrativo, de todas maneras los directores la incluyen en el film creando, desde el comienzo, un cierto clima propio del folclore judío, quizá su única finalidad. A propósito de los climas y las atmósferas, podemos abordar la cuestión judía, o cómo se abordó en el cine, desde una perspectiva centrada exclusivamente en el holocausto, o bien poniendo el acento en la importancia, la influencia y la profunda significación de su cultura, fundada sin duda en la religión. Por supuesto esto configuró un perfil muy particular del judío. Se lo caracterizó de innumerables maneras, se lo describió de incontables formas, y se lo representó con perfiles místico-religiosos y culturales desde muchos ángulos. Quizá hayan sido los "propios" quienes hayan confeccionado los mejores retratos, los Coen forman parte de esa pléyade. Pero, lo interesante de estas posturas, más que sus gruesos y reconocidos rasgos habituales, es que los hayan encarado teniendo en cuenta su problemáticas y conflictos, muy humanos y universales por otra parte. La novela "The Pawnbroker" (1961), de Edward Lewis Wallant, llevada magistralmente al cine por Sidney Lumet, interpretada por Rod Steiger, y ambientada en el Harlem de los años 60, peligroso y tenebroso, más para un judío sobreviviente de los campos de concentración nazis, y para colmo prestamista, es una clara visión de los poderosos e intrincados conflictos emocionales que perduraron por mucho tiempo después de la guerra, donde lo inexplicable y ciertos sentimientos de culpa marcan la existencia sufriente de los personajes de la historia. la película fue hecha en blanco y negro, o sea prescindiendo del color, tal como Haneke lo hace en "La cinta blanca". Un tratamiento social y psicológico, el de Lumet, donde el personaje se retuerce entre una historia cruel y sufriente, y una Nueva York de profundos desencuentros étnicos.

El prestamista

 
Desde la óptica del holocausto, el francés Claude Lanzmann con Shoah -Catástrofe- (1985), un documental impactante por los puntos de vista y las cuestiones que aborda acerca de los campos de concentración y el sufrimiento, de ocho horas de duración, es la obra por excelencia sin duda, sin olvidar la magistral "Nuit et Brouillard (Noche y niebla) ", documental de Alan Resnais realizado en 1955, donde aborda y muestra todo el material relacionado con el exterminio, dejado por los nazis del Tercer Reich. Documental que introduce quizá por primera vez el tema de la responsabilidad de toda Europa en la generación y organización del holocausto.

Y desde la mordacidad, lo tragicómico, la ironía y la autocrítica, Woody Allen hace toda su obra, retrata sus personajes y cuenta sus historias en un marco, si bien bastante alejado de Hollywood, con la calidad artesanal del mejor cine norteamericano. Más que artesanal, con maestría técnica y originalidad temática.

Ya Charles Chaplin, con "El gran dictador", había incursionado con un tratamiento sardónico y tragicómico en la figura de Hitler. Pero de lo que no hay duda es de que el cine fue un instrumento usado hasta el hartazgo para mostrar el nazismo, sus figuras y sus consecuencias sociales e históricas. Y no sólo desde el punto de vista bélico o histórico, sino, en muchas ocasiones, desde la óptica de las formulaciones estéticas y filosóficas, psicológicas y socio-culturales que la concepción del mundo nazi-facista estimuló en ciertas capas o sectores sociales para detentar sus privilegios e inmunidades. Es decir, la intolerancia, la discriminación, el segregacionismo, la violencia psicológica, la obsecuencia, la delación, el fanatismo de cualquier índole, los fundamentalismos, las posturas irracionales, sean políticas o culturales, la corrupción y la inmoralidad, el lavado de cerebro en las juventudes, y las "listas negras" se identificaron con la ideología nazi. Identificación que muchos maestros del cine supieron tratar y volcar en sus films durante la postguerra y la discusión estética de las nuevas corrientes cinematográficas como el neorrealismo italiano y la Nouvelle vague (Nueva ola) francesa, sin dejar de lado toda la discusión generada alrededor de la famosa "comisión macarthista" destinada a eliminar supuestos colaboradores del comunismo enquistados en la cultura norteamericana.

Como consecuencia de toda esta historia en Hollywood, este año, los Oscar, muestran una clara tendencia a privilegiar los contenidos anti nazis. No sé porqué.

Bueno, "Un hombre serio" trata, se mete y describe la crisis de un personaje claramente judío. Crisis que llega a ser no sólo existencial sino que llega a tocar hasta su propia fe. Los tres rabinos que consulta durante el desarrollo del film son tres fracasos religiosos, desde el más joven e inexperto hasta el más viejo y cubierto de una capa de religiosidad tremenda y exacerbada. Esta irónica visión es quizá, desde el punto de vista narrativo, la que más se acerca a la pequeña y dramática fábula del comienzo, inventada por los hermanos. Lo demás, los personajes tragicómicos tan bien planteados, el hijo, la hija, el hermano, la esposa y su amante, son producto más de una concepción irónica y sarcástica de contar una historia que de incursionar en la fe y el judaísmo.

Otra cosa es el tratamiento del infortunio, el fracaso social, la confusión frente al mundo y la desesperanza, más afín a un tratamiento kafkiano sin duda, donde el ridículo y la incertidumbre sobre la existencia se constituyen en motores para describir la realidad y la sociedad donde se desenvuelve la historia. La búsqueda de la justicia (como un absoluto), el amor y la estabilidad social, se transforman en objetivos inalcanzables, inciertos, peligrosos y absurdos. Todo conduce a un abismo, y sólo la visión aérea, desde un techo, nos da una perspectiva un poco más real y creíble, por no decir más segura. Sobre esta mirada en "Ante la ley" el mismo Franz Kafka lo describe así:

Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián, y solicita que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde lo dejarán entrar.
-Tal vez -dice el centinela- pero no por ahora.



La puerta que da a la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el hombre se inclina para espiar. El guardián lo ve, se sonríe y le dice:



-Si tu deseo es tan grande haz la prueba de entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón también hay guardianes, cada uno más poderoso que el otro. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo mirarlo siquiera.



El campesino no había previsto estas dificultades; la Ley debería ser siempre accesible para todos, piensa, pero al fijarse en el guardián, con su abrigo de pieles, su nariz grande y aguileña, su barba negra de tártaro, rala y negra, decide que le conviene más esperar. El guardián le da un escabel y le permite sentarse a un costado de la puerta.



Allí espera días y años. Intenta infinitas veces entrar y fatiga al guardián con sus súplicas. Con frecuencia el guardián conversa brevemente con él, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y, finalmente siempre le repite que no puede dejarlo entrar. El hombre, que se ha provisto de muchas cosas para el viaje, sacrifica todo, por valioso que sea, para sobornar al guardián. Este acepta todo, en efecto, pero le dice:



-Lo acepto para que no creas que has omitido ningún esfuerzo.



Durante esos largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se olvida de los otros y le parece que éste es el único obstáculo que lo separa de la Ley. Maldice su mala suerte, durante los primeros años audazmente y en voz alta; más tarde, a medida que envejece, sólo murmura para sí. Retorna a la infancia, y como en su cuidadosa y larga contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de piel, también suplica a las pulgas que lo ayuden y convenzan al guardián. Finalmente, su vista se debilita, y ya no sabe si realmente hay menos luz, o si sólo lo engañan sus ojos. Pero en medio de la oscuridad distingue un resplandor, que surge inextinguible de la puerta de la Ley. Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir, todas las experiencias de esos largos años se confunden en su mente en una sola pregunta, que hasta ahora no ha formulado. Hace señas al guardián para que se acerque, ya que el rigor de la muerte comienza a endurecer su cuerpo. El guardián se ve obligado a agacharse mucho para hablar con él, porque la disparidad de estaturas entre ambos ha aumentado bastante con el tiempo, para desmedro del campesino.



-¿Qué quieres saber ahora? -pregunta el guardián-. Eres insaciable.



-Todos se esfuerzan por llegar a la Ley -dice el hombre-; ¿cómo es posible entonces que durante tantos años nadie más que yo pretendiera entrar?



El guardián comprende que el hombre está por morir, y para que sus desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice junto al oído con voz atronadora:



-Nadie podía pretenderlo porque esta entrada era solamente para ti. Ahora voy a cerrarla.

La influencia de Kafka ha sido universal. Orson Wells, creador de una de la películas más importantes de la historia del cine "Citizane Kane (1941)", dirigió "Le procès, (1963)", una adaptación inteligente y minuciosa de la novela. Los Coen no están ajenos a esta poderosa literatura, una de las más extraordinarias junto con Cervantes y Shakespeare. Por algo Borges le prestó tanta atención, hasta tal punto que su poesía y sus cuentos destilan, emanan, toda esa forma llamada comúnmente "kafkiana". En "El Golem", una de la poesías más elocuente de esta tendencia dice:

El Golem

Si (como el griego afirma en el Cratilo)
El nombre es arquetipo de la cosa,
En las letras de rosa está la rosa
Y todo el Nilo en la palabra Nilo.
Y, hecho de consonantes y vocales,
Habrá un terrible Nombre, que la esencia
Cifre de Dios y que la Omnipotencia
Guarde en letras y sílabas cabales.
Adán y las estrellas lo supieron
En el Jardín. La herrumbre del pecado
(Dicen los cabalistas) lo ha borrado
Y las generaciones lo perdieron.
Los artificios y el candor del hombre
No tienen fin. Sabemos que hubo un día
En que el pueblo de Dios buscaba el Nombre
En las vigilias de la judería.
No a la manera de otras que una vaga
Sombra insinúan en la vaga historia,
Aún está verde y viva la memoria
De Judá Leon, que era rabino en Praga.
Sediento de saber lo que Dios sabe,
Judá León se dio a permutaciones
de letras y a complejas variaciones
Y al fin pronunció el Nombre que es la Clave.
La Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,
Sobre un muñeco que con torpes manos
labró, para enseñarle los arcanos
De las Letras, del Tiempo y del Espacio.
El simulacro alzó los soñolientos
Párpados y vio formas y colores
Que no entendió, perdidos en rumores
Y ensayó temerosos movimientos.
Gradualmente se vio (como nosotros)
Aprisionado en esta red sonora
de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora,
Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros.
(El cabalista que ofició de numen
A la vasta criatura apodó Golem;
Estas verdades las refiere Scholem
En un docto lugar de su volumen.)
El rabí le explicaba el universo
"Esto es mi pie; esto el tuyo; esto la soga."
Y logró, al cabo de años, que el perverso
Barriera bien o mal la sinagoga.
Tal vez hubo un error en la grafía
O en la articulación del Sacro Nombre;
A pesar de tan alta hechicería,
No aprendió a hablar el aprendiz de hombre,
Sus ojos, menos de hombre que de perro
Y harto menos de perro que de cosa,
Seguían al rabí por la dudosa
penumbra de las piezas del encierro.
Algo anormal y tosco hubo en el Golem,
Ya que a su paso el gato del rabino
Se escondía. (Ese gato no está en Scholem
Pero, a través del tiempo, lo adivino.)
Elevando a su Dios manos filiales,
Las devociones de su Dios copiaba
O, estúpido y sonriente, se ahuecaba
En cóncavas zalemas orientales.
El rabí lo miraba con ternura
Y con algún horror. ¿Como (se dijo)
Pude engendrar este penoso hijo
Y la inacción dejé, que es la cordura?
Por qué di en agregar a la infinita
Serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana
Madeja que en lo eterno se devana,
Di otra causa, otro efecto y otra cuita?
En la hora de angustia y de luz vaga,
En su Golem los ojos detenía.
¿Quién nos dirá las cosas que sentía
Dios, al mirar a su rabino en Praga?

1958
(Jorge L. Borges. De "El otro, el mismo")

Y en su famosa conferencia acerca de La Cábala, nos remite a las tradiciones, las costumbres religiosas y las distintas posturas frente a los intrincados vericuetos de los libros sagrados del judaísmo. También una manera de reconocer la influencia, y los orígenes, sobre nuestro mundo occidental y cristiano.

Una breve recorrida sobre la filmografía de los hermanos Coen nos va a dar una visión un poco mas cabal primero sobre la obra como un todo, y luego sobre la peculiaridad de sus temas impregnados de ironía, sarcasmo y una, por así llamarla, grotesca autocrítica:

Arizona Baby (1987)
Muerte entre las flores (1990)
Barton Fink (1991)
El gran salto (1994)
Fargo (1996)
El gran Lebowski (1997)
El hombre que nunca estuvo allí (2001)
O Brother! (2000)
Crueldad intolerable (2003)
Ladykillers (2004)
Tuileries para PARIS, JE T'AIME (2006)
No es país para viejos (2007)
Quemar después leer (2008)
Un hombre serio (2009)

Héctor Correa
Punta Alta, marzo de 2010

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