ANOTHER YEAR
(Otro año más)
Película: Another year. Dirección y guion: Mike Leigh. País: Reino Unido. Año: 2010. Duración: 129 min. Interpretación: Jim Broadbent (Tom), Lesley Manville (Mary), Ruth Sheen
(Gerri), David Bradley (Ronnie), Imelda Staunton (Janet), Karina Fernandez
(Katie), Oliver Maltman (Joe), Peter Wight (Ken), Martin Savage (Carl), Michele
Austin (Tanya), Phil Davis (Jack). Producción: Georgina
Lowe. Música: Gary Yershon. Fotografía: Dick Pope. Montaje: Jon Gregory. Diseño
de producción: Simon Beresford. Vestuario: Jacqueline Durran. Distribuidora:
Vértigo Films.
Filmografía:
Bleak Moments (1971)
Hard Labour (1973)
Nuts in May (BBC Play for Today, 1976)
Abigail's Party (BBC Play for Today, 1977)
Grown-Ups (1980)
Meantime (1983)
The Short and Curlies (1987)
Grandes ambiciones (High Hopes) (1988)
La vida es dulce (Life Is Sweet) (1990)
Naked (Indefenso) (Naked) (1993)
Secretos y mentiras (Secrets & Lies)
(1996)
Dos chicas de hoy (Career Girls) (1997)
Topsy-Turvy (1999)
Todo o nada (All or Nothing) (2002)
El secreto de Vera Drake (Vera Drake)
(2004)
Happy-Go-Lucky (Happy-Go-Lucky) (2008)
Another Year (Another Year) (2010)
Oscar:
2010 Candidato Mejor guión original
Another Year
2008 Candidato Mejor guión original
Happy-Go-Lucky
2004 Candidato Mejor director El secreto
de Vera Drake
2004 Candidato Mejor guion original El
secreto de Vera Drake
1999 Candidato Mejor guion original
Topsy-Turvy
1996 Candidato Mejor director Secretos y
mentiras
1996 Candidato Mejor guion original
Secretos y mentiras
Pero el documental
realista, con sus calles y ciudades y suburbios pobres, y mercados y comercios
y fábricas, ha asumido para sí mismo la tarea de hacer poesía donde ningún
poeta entró antes y donde las finalidades suficientes para los propósitos del
arte no son fácilmente observadas. Eso requiere no sólo gusto, sino también
inspiración, lo que supone decir, por cierto, un esfuerzo creativo laborioso,
profundo en su visión y en su simpatía.
POSTULADOS DEL DOCUMENTAL
John Grierson
“Hemos tenido nuestra
revolución social; tenemos un buen sistema de seguridad social y nuestros
logros tecnológicos son algo de lo que tenemos que estar orgullosos. Entonces,
¿cómo explicar el predominio del cinismo, del idealismo confuso y la fatiga emocional?
¿Por qué hay tantas voces jóvenes resentidas y derrotistas en lugar de estar en
pugna y afirmándose? (…)
Los jóvenes que
responden tan innegablemente a “Recordando con ira” (Look Back in Anger) lo
están haciendo a sus airados ataques contra ciertas venerables vacas sagradas,
y también con una impaciencia amarga contra el vacío moral en el cual, según
sienten, la vida pública y cultural está siendo conducida hoy.
ANDERSON, L. “Stand Up! Stand Up!” en Sight and Sound, Londres, 1956.
Jimmy: cualquiera que
no haya visto morir a alguien es un cuadro grave de virginidad.(…) Durante doce
meses, yo vi como mi padre se iba muriendo- yo tenía diez años. El había vuelto
de la guerra de España, entiende? Cierto piadoso caballero lo había dejado
hecho un desastre y no le quedaba mucho tiempo de vida. Todos lo sabían,
inclusive yo. Pero, comprende? A mí era el único al que le importaba. Su familia
estaba molesta por todo el asunto. Molesta e irritada. En cuanto a mi madre, sólo
le preocupaba el hecho de que se había unido a un hombre que parecía estar siempre
del lado de los perdedores. Mi madre opinaba que era necesario estar con las minorías,
con tal de que fueran las de buen tono, las elegantes. Todos esperábamos su
muerte. Su familia le mandaba un cheque todos los meses, y esperaban que
terminara con eso rápidamente, sin demasiado alboroto. Mi madre lo cuidaba sin
quejarse, y de ahí no pasaba. Tal vez le tuviera lástima. Supongo que por lo
menos era capaz de eso. Pero yo era el único al que realmente le importaba.
Cada vez que me sentaba al borde de la cama, para escuchar lo que hablaba, o lo
que me leía, tenía que tragarme las lágrimas. Después de doce meses, ya era
todo un veterano. Ese hombre afiebrado, fracasado, no tenía mas que un chico
lleno de miedo para escucharlo. Me pasaba horas y horas en su piecita. Me
hablaba durante horas, derramando todo lo que le quedaba de vida sobre un chico
desamparado, azorado, que solo le entendía a medias. Todo lo que ese chico
podía sentir era desesperación y amargura, y el olor dulzón y enfermizo de un
hombre moribundo. Entiende?… yo aprendí muy temprano lo que era sentir ira… la
ira y la impotencia. Y no lo voy a poder olvidar nunca. Yo sabia mas de amor…
de traición,,,, y de muerte cuando tenía diez años que lo que usted pueda
llegar a saber en tres vidas.
Fragmento
de “Recordado con ira”
Escrita
por John Osborne
puesta el 8 de mayo de 1956
Dos vertientes han caracterizado la obra
de Mike Leigh, de las cuales se ha alimentado su interesante creatividad
fílmica, desde el punto de vista temático, y desde las características de un
cine independiente, con una atrayente historia, a la que le ha aportado con
esta obra una dosis de rico y estimulante calor.
El documentalismo inglés, nacido en la
postguerra, sigue siendo la referencia obligada para explicar un poco la
trayectoria de todo el cine contemporáneo hecho en Londres. O, lo que es lo mismo,
la escuela documental inglesa. Y la otra referencia es el cine italiano de postguerra:
el neorrealismo. Ambos han alimentado conceptualmente, de la 2da. Guerra
Mundial en adelante, la trayectoria de los grandes cineastas ingleses. Excepto,
por supuesto, y por sobradas razones, a Hitchcock, que es otra historia aparte,
no sólo para El Reino Unido, Hollywood y el mundo entero.
De los grandes movimientos
cinematográficos preocupados por el hombre y su condición social, sus luchas, y
su desesperación por difundir, reflejar y mostrar las iniquidades del poder, la
corrupción y las miserias de los grandes sociedades, es el free cinema inglés uno de los principales. El otro, de distinta trascendencia
política-ideológica, fue el neorrealismo
italiano, tuvo una visión más clara de las consecuencias desastrosas de
las Guerras Mundiales en las clases
sociales más bajas y más castigadas. Deberíamos hablar mucho más del
neorrealismo, pero hoy nos mueve más el movimiento inglés.
El realismo social inglés tiene sus raíces
en la escuela documentalista de Grierson (1898-1972) quien sostuvo la necesidad
de hacer un cine donde no sólo se refleje la lucha del hombre frente a la
naturaleza sino también los grandes problemas sociales producto de las
injusticias económicas y morales. Fundó esta escuela pensando, como todos los
artistas comprometidos con la realidad, que el cine podía ser un medio
transformador del hombre en el mundo.
La iracundia de un cine, en el Reino
Unido, surgido a la sombra del teatro de John Osborne, Harold Pinter, Arnold
Wesker, y autores como Alan Sillitoe durante las décadas del 50 y 60, del siglo
pasado por supuesto, tuvo como antecedente el movimiento de los angry young man (jóvenes iracundos),
cuya rebeldía gestó una mirada ultra crítica sobre una sociedad asentada en el
puritanismo y la mediocridad. La hipocresía de las clases altas británicas fue
el objetivo más notorio de esta movida cultural en comparación con las miserias
y los sufrimientos sociales y morales de las clases medias y bajas, reflejadas
en la sobrellevada crudeza de la vida cotidiana y una cultura signada por la
rutina y la estrechez de sus vidas. “Recordando con ira” de Osborne; “Todo
comienza el sábado” (Saturday Night and Sunday Morning) de Karel Reisz, 1960;
“Sabor a miel” (A Taste of Honey) de Tony Richardson, 1961; “El llanto del
ídolo” (This Sporting Life) de Lindsay Anderson, 1963; etc., son algunos de los
films que indagaron sobre esta rebeldía, que si bien podemos explicar como
producto de las guerras, no está bien en claro hasta qué punto fue efectiva
junto con sus productos culturales (incluidos Los Beatles y los Rolling Stones),
ya que por la década del 70 fue diluyéndose hasta fundirse, por así decirlo,
con el sistema. Luego esa rebeldía, que en su momento alcanzó a producir
películas formalmente innovadoras, historias preocupantes y conceptualmente
trascendentes por sus profundos análisis de la realidad social de un país
decadente y depredador, y personajes que eran generosos en su inmenso
despliegue de verosimilitud y vitalidad socio-cultural, se fue convirtiendo en
una contestataria actitud crítica sobre la educación británica y sus modelos
institucionales. Tal el caso de “If”, conmovedora visión de Richardson sobre los
últimos intentos de sostener los afanes revolucionarios de la juventud
británica.
Podríamos seguir describiendo este cine,
pero, si bien continua siendo atractivo por sus productos post-iracundos -recordemos
“La naranja mecánica” de Kubrick y “The Wall” de Alan Parker-, ha dejado un
director como Mike Leigh de 68 años y de origen judío, autor de otros films
donde aborda el tema social con personajes de ciertas capas donde la
cotidianeidad es el trabajo y los problemas familiares.
En este caso, “Otro año más”, va más allá.
Si bien sus más crudas realizaciones, “Secrets & Lies” (1996) y (2004) ”Vera
Drake”, se introducen de lleno en la descripción de personajes en situaciones
extremas con una carga dramática impactante, en “Another Year”, juega con una
llamativa y alienada pareja, un geólogo y una “trabajadora social” o consejera,
que viven una vida construida detrás de un infranqueable muro como si obrara
como una única y formidable defensa para la felicidad y el bienestar matrimonial,
en medio del vértigo emocional enfermizo por la soledad y la crisis
socio-económica de la sociedad actual, no sólo en el Reino Unido, sino en el
mundo entero.
Los conflictos, ya sea de sus hijos, de los amigos o del vecino
son contenidos, frenados o digeridos en la más absoluta indiferencia emocional,
más, acompañados con preguntas y consejos que ayudan aparentemente a soportar
los embates de los que los acompañan con sinceridad y desesperación. Toda una
irónica paradoja plena de un contenido que hay que sobrellevar por su atroz
realidad, donde el feliz vive en una sublime burbuja muy distante del contexto,
y los infelices giran y giran a su alrededor mirando con admiración y
perplejidad semejante fenómeno en un mundo tan cruel. El punto de vista de
Leigh en realidad no se aparta de sus otras obras en las que deja ver el
submundo de un país que navega sobre la alienación y la indiferencia, no sólo
en Europa, sino en sus ex colonias, partes desmembradas del Reino Unido que aún
no pueden alcanzar ni el más mínimo y estrecho camino hacia la reivindicación
humana. Ya en otras páginas de este blog hemos hablado al respecto con relación
a algunas obras de Woody Allen, o Stanley Kubrick, que se asentaron en Londres
para hacer films muy importantes y descarnados sobre las clases altas británicas.
“Match Point” se constituye en quizá la película más profunda de la filmografía
de Allen donde utiliza todos los recursos estéticos-literarios para describir
esa sociedad. (He aquí el link: http://cinenpunta.blogspot.com/2008/06/match-point-el-azar-y-la-conciencia.html).
Por supuesto y siguiendo con el film de
Mike Leigh, podríamos, ver más que al documental o una actitud documentalista, lo
que significa retratar obsesivamente la vida cotidiana y la mentalidad
enajenada de las clases medias bajas y los trabajadores de los grandes centros
urbanos de las principales ciudades industriales del Reino Unido, utiliza la apagada
conducta que la alienación urbana y tecnológica provoca en los medios sociales
como un afán defensivo, una forma evasiva de enfrentar paradójicamente las
enfermizas conductas de los integrantes sociales. Podríamos preguntarnos, duda
que el realizador traslada al espectador, si es esto efectivo, si esta conducta
proteccionista que roza la indiferencia y la evasión son recursos legítimos o
alimentan o son parte de la patógena y decadente sociedad londinense. El vacío
moral del que hablaban los jóvenes iracundos en las décadas del 50 y 60 del siglo
XX entraña, lleva consigo, una serie de alienadas conductas, y hoy lo estamos
viendo en varios países europeos llamados por los medios “indignados”, que
cultivan los quebrantos económicos y sociales de ciertas sociedades que fueron
consideradas hasta no hace mucho como hiperdesarrolladas. El film muestra sólo
un matrimonio en apariencia moral y socialmente impecables, pero que esconde en
sus entrañas uno de los mayores peligros del mundo actual, la alienación, la
enajenación, y por lo tanto la desesperación por defender el terruño, en este
caso, la huerta, puro escapismo.
Héctor Correa
Punta Alta, noviembre de 2011