sábado, 12 de febrero de 2011

HOME o la última advertencia


Dirección: Yann Arthus-Bertrand.
País: Francia.
Año: 2009.
Duración: 120 min.
Género: Documental.
Guión: Isabelle Delannoy, Yann Arthus-Bertrand, Denis Carot y Yen Le Van.
Producción: Denis Carot y Luc Besson.
Música: Armand Amar.
Montaje: Yen Le Van.


“En los últimos 200.000 años, los humanos  han  alterado  el equilibrio  del  planeta  Tierra,  el equilibrio establecido por casi cuatro millones de años de evolución. Tenemos que actuar ahora. Es demasiado tarde para ser pesimista. El precio es demasiado alto. La humanidad  tiene poco tiempo  para  invertir la  tendencia a  un  cambio de  sus  patrones  de consumo.

A través de imágenes visualmente impresionantes de más de cincuenta países, todos las tomas desde una perspectiva aérea, Yann  Arthus-Bertrand  nos  muestra un panorama que en la mayoría de nosotros nunca hemos visto. Él comparte con nosotros su sentido de respeto por nuestro planeta y su preocupación por su salud. Con esta película, Arthus-Bertrand espera  proporcionar  un trampolín para impulsar un llamado a la acción de cuidar nuestro hogar.

HOME es la primera película que se ha realizado usando sólo imágenes aéreas.  La película es artística-activista, y va a caracterizar a Yann  en su debut en el cine  como director.

El tema de HOME es la compensación del carbono. Todas las  emisiones de  CO2  generadas por  la  realización de la película  se calculan y se  compensan con  sumas  de  dinero que  se utilizan para  proporcionar  energía  limpia  a los  que no  tienen ninguna.  En  los últimos diez años,  todo el  trabajo  de  YannArthus-Bertrand  ha  sido sobre la compensación del carbono.”

Del sitio oficial del film
 

Mirar los desastres que esta produciendo el hombre sobre nuestro planeta desde arriba, desde un costado o desde abajo creo que da lo mismo. Hemos escrudiñado las estrellas, la profundidad de los cráteres volcánicos, la inmensidad de los más altos picos, y la profundidad de los océanos. Nos hemos internado en la oscuridad de las impenetrables selvas y los extensos bosques, en los caudalosos y bravíos ríos, y en los calientes y agresivos desiertos, hemos seguido todo tipo de ser viviente sobre la tierra y los fenómenos más desconcertantes del planeta, y, así y todo, no hemos avanzado mucho sobre la consciencia del hombre para terminar de desolar lo que nos rodea. Y esto es lo más importante: la consciencia del hombre.

La cinematografía ha encarado, en toda su historia, muchas formas de plasmar, por un lado, sus relaciones con el prójimo, si pensamos que es también una manera de tomar y penetrar en la naturaleza y todo lo que rodea al hombre; de cómo se trate a sí mismo surge y se transparentan los vínculos con el entorno. Y por el otro, aquellas producciones, documentales o de ficción, que han tratado de comprender las complejas y a veces místicas relaciones del hombre con la tierra que pisa cotidianamente.

Entre las primeras, no hace falta indagar mucho para encontrarlas, toda la historia del cine es una constante búsqueda, los grandes maestros que en forma permanente han creado historias, propias o adaptadas del teatro o la novela son un ejemplo bien claro al mostrarnos las miserias, los violentos conflictos de la historia de la humanidad y las pequeñas relaciones individuales llenas de pasión y antropofagia.

Esta película trata sobre este último fenómeno. Otros films, productos del cine norteamericano, como no podía ser de otra manera, como “Soy leyenda” o “La ruta”, han descripto de alguna manera los escenarios apocalípticos que podemos tener a la vista, según Yann Arthus-Bertrand, si se cumplen los vaticinios que enuncia en “Home”. Desde este ángulo son films interesantes, apuntan a utilizar la imagen para conmocionar emocionalmente al espectador, que no es otro que el que consume y despilfarra lo que denuncia. Pero, vamos a ir de nuevo a esta obra, ya que detenernos en los otros films significaría entrar en el análisis de la estética neo-distópica de las grandes productoras y distribuidoras, donde se mezclan el horror, con el desastre ambiental y el retorno de los muertos vivos.

Apuntar, mediante imágenes bellas, impactantes y asombrosas, a desarrollar un tipo de consciencia para el activismo o la militancia ambientalista, es quizá uno de los desafíos más ingenuo, pero también provocativo, del cine contemporáneo. Y aquí, sí, debemos ir a otras experiencias cinematográficas que en anteriores notas, y en este mismo blog, hemos abordado. Nos referimos sin duda, a “Baraka” (1992) de Jon Friedke, “La trilogía Qatsi” de Godfrey Reggio (Koyaanisqatsi, Powaqqatsi, Naqoyqatsi –hechas entre 1983 y 2002), y las obras de Jacques Perrin, “Nómadas del viento” (2001), “Microcosmos” (1996) y “Océanos” (2009). Dejamos un poco de lado los magníficos documentales de la BBC de Londres  como “Earth”, ya que iluminan con la utilización de las últimas tecnologías nuestro planeta, y nos deslumbran con su magnificencia y prolijidad. En cambio, no podemos dejar de mencionar esa extraordinaria obra de denuncia y compaginación etnológica que es “Cuando los diques se rompen: réquiem en cuatro actos” (When the Levees Broke: A Requiem in Four Acts -2006-), de Spike Lee, sobre el desastre provocado por el huracán Katrina sobre Nueva Orleans, Luisiana, EE.UU., quizá la más impactante y profunda sobre los procesos de exclusión social y cultural a los que se ven sometidos las distintas etnias en el país más desarrollado del mundo.



Cualquier tipo de militancia, sea esta política, ecologista o religiosa, requiere un proceso complejo, de toma de conciencia, de formación y de acción en el medio de que se trate. No creemos que “Avatar” sea un film dirigido a esta labor, si bien la ubicamos dentro de esas películas producidas por la super industria estadounidense donde el condimento sexual es reemplazado  por la cuota de denuncia emocionalmente controlada por la propia tecnología que coloca en el banquillo de los acusados. En cambio, Arthur Penn, Sam Peckinpah o Stanley Kubrick, con sus obras contribuyen a la formación del espectador sobre los aspectos más negros y desastrosos de la acción del hombre sobre su medio. Lo mismo intentaron autores de la talla de Visconti, Fellini o Bergman, nos mostraron sus mundos y sus concepciones donde el hombre podía, como en un espejo, verse a sí mismo en su problemático y nocivo paso por la vida.

En “Home” la actitud “positiva”, por su intención, es enseñarnos un planeta demasiado bello, visto desde las alturas, como para ser habitado por alguien tan dañino; más, no sólo bello sino destinado a ser destruido y con escaso tiempo para remediarlo. La desaparición del carbono por obra del propio hombre, sería el fin del mundo que pisamos. Aquí cabe un pequeña reflexión sobre los aborígenes y la defensa ancestral de la tierra. Ya lo habíamos hecho en otra nota y en la respuesta sioux en 1854 al presidente de la Unión titulada “LO QUE OCURRA CON LA TIERRA, RECAERÁ SOBRE LOS HIJOS DE LA TIERRA. HAY UNA UNIÓN EN TODO”. Recalquemos lo siguiente: la defensa de la tierra nunca será igual hoy, en el estadio tecnológico en el que nos encontramos, con Twitter y Facebook y toda la red, sea social o no, que en la virulenta época de las grandes matanzas de pueblos aborígenes durante la conquista de América, o la cruenta e infame penetración europea en África y Asia, en siglos anteriores, origen de la esclavitud y el sojuzgamiento inhumano de sus pueblos. Lo que significa que no es el mismo estado de consciencia, ayer y hoy, del blanco occidental y cristiano, que la del hombre originario, nómade primero y sedentario después de esos continentes. El reciente movimiento social en Egipto, pueblo milenario, rico y profundo, contra un estado dictatorial y distópico de más de treinta años (Mubarak), explicado por Obama y su vice, como producto del uso de la red social, quizá sea uno de los mayores insultos recibido por una sociedad, y, paradójicamente, por el propio derrocado. Caer, por obra de Twitter es en realidad peor que ser lanzado del poder por mensajitos de texto o por las cacerolas. Hasta tal punto de locura han llegado las explicaciones destinadas a banalizar, disminuir o minimizar cualquier estallido social legítimo y reivindicativo de los más elementales derechos del hombre, egipcio en este caso.

Desde el punto de vista técnico, fílmico y documental, la obra de Yann Arthus-Bertrand es magnífica. Uno se siente orgulloso de vivir en semejante planeta; henchido y feliz, son la sensaciones primarias que nos produce cuando nos sentamos y la primeras imágenes de Home comienzan a mostrar el origen y los fenómenos geológicos y paleontológicos de nuestro astro con sus mares, ríos, volcanes, selvas y bosques. Pero no termina así, sólo unos pocos años más podremos disfrutarlos sino hacemos algo para corregir nuestros errores, nos estamos equivocando y mucho, y, como un atisbo de esperanza, nos enseña algunas tentativas que en países desarrollados, por supuesto, se está encarando para paliar este estado. El cultivo bajo cubierta, el aprovechamiento de las fuentes alternativas de energía (sol, mares o vientos), y un mejor aprovechamiento del agua para riego y consumo, serían formas destinadas a beneficiar al hombre, todavía hay esperanza termina diciendo bajo un cúmulo de datos estadísticos sobre lo que estamos haciendo para destruir lo poco que queda. Pero, el desafío, el mayor desafío está dentro nuestro, en nuestra consciencia, todavía falta, llegar a tiempo será la única alternativa, sin duda.

Héctor Correa
Punta Alta, febrero de 2011



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