martes, 14 de febrero de 2017

EL CIUDADANO ILUSTRE. Un viaje kafkiano al terruño



EL CIUDADANO ILUSTRE

Un viaje kafkiano al terruño


". . . Si en todas partes del mundo el hombre es hijo de la tierra, en Las Hurdes la tierra es hija de los hombres"
· Miguel de Unamuno ·

Las Hurdes empieza donde acaba la fantasía del sueño. Parajes inundados de naturaleza, color y vida, que dan a la comarca una singularidad difícilmente irrepetible e inigualable. Entre valles y colinas, el sol y el agua dibujan paisajes de coloridos intensos en cada una de las estaciones, llegando a su máximo esplendor al eclosionar la primavera. Largos y espesos son los silencios que se extienden por la historia de esta comarca. Esto hace que sea un lugar de leyendas y tradiciones que sus gentes se resisten a perder en pro de una historia pasada y una identidad propia.


Ficha técnica:
Título original: El ciudadano ilustre.
Año: 2016
Duración: 118 min.
País: Argentina
Director: Mariano Cohn, Gastón Duprat
Guion: Andrés Duprat
Música: Toni M. Mir
Fotografía: Mariano Cohn, Gastón Duprat
Reparto: Oscar Martínez, Dady Brieva, Andrea Frigerio, Belén Chavanne, Nora Navas, Iván Steinhardt, Manuel Vicente, Marcelo D'Andrea, Gustavo Garzón, Emma Rivera
Productora: Aleph Media / Televisión Abierta / A Contracorriente Films / Magma Cine
Premios
2016: Festival de Venecia: Mejor actor (Oscar Martínez); nominado a Mejor film
2016: Premios Goya: Mejor película hispanoamericana
2016: Festival de Valladolid - Seminci: Espiga de Plata y Mejor guión
2016: Festival de La Habana: Sección Oficial de largometrajes a concurso
2016: Premios Sur: 9 nominaciones incluyendo mejor película y director




Cuando Luis Buñuel crea "Las Hurdes", en 1933, y sienta las bases del surrealismo antropológico en el género documental, no sólo le presta atención a las medievales condiciones de vida de sus pobladores, sino y en especial, a la resistencia que presentan ante la posibilidad de perder  historias pasadas y una identidad propia.
En esta historia de Duprat y Cohn, quizá el tema o el asunto que se observa y se destaca, no sea tanto el retorno del Premio Nobel de Literatura, Mantovani, como su efecto sobre los pobladores de este pequeño pueblo rural, ¡ojo! hablamos de una pequeña población de la extensa llanura pampeana bonaerense, y esto en alusión al origen de uno de sus realizadores, que, por otra parte es el autor del guión. Los que vivimos, nacimos y nos criamos, en un poblado así, de estas características, aún aquellas cercanas al Atlántico, reconocemos que así fueron y así son los caseríos que se encuentran desparramados por toda esta pampa, hoy semiabandonada, cuando no hace muchos años era surcada por el ferrocarril y no sólo por el transporte automotor. O sea, eran más prósperas y no tan conservadoras. Salas, que dicen que existe, en el norte de la provincia, es un cabal exponente de este proceso desertificador desde el punto de vista humano.




Las Hurdes (Cáceres), de Buñuel, es una pequeñísima aldea, totalmente aislada, del norte español, pobre, atrasada y muy misteriosa. Salas, un pequeñísimo poblado del norte de la Provincia de Buenos Aires, Argentina, con modos y costumbres, algunas extrañas, y profundamente conservador, pero muy precario desde el punto de vista moral y cultural. El film va adentrándose paulatinamente en ese estilo de vida como va cocinando algo extraño entre Mantovani y ciertos habitantes que pasaron de algún modo en una época remota de su vida, puesto que el protagonista nació y creció en el lugar.
Hasta aquí lo que todos hemos visto de la película. Los rasgos y perfiles pueblerinos que hemos hasta sentido de esta historia y del lugar donde se desarrolla.
 Creemos que conceptualmente la obra tiene otro costado, aún más profundo y terrible. La complejidad que se va apoderando del cuento, primero con “La invitación”, que es su primer capítulo, por la cual se conecta la autoridad municipal para que realice el viaje desde España, luego con “Salas”, segundo capítulo, “Irene”, tercer capítulo, “El Volcán”, cuarto capítulo, y “La cacería” quinto y último capítulo, junto con el prólogo –la premiación en Estocolmo-,  van conformando un verdadero laberinto físico y emocional, donde se mezclan aspectos tenebrosos encarnados en personajes aberrantes, y situaciones absurdas, ridículas y desagradables, incomprensibles desde su punto de vista (de Mantovani), pero muy naturales para los habitantes de Salas. Esta mirada, un tanto aturdida, donde los hechos o las acciones de los personajes están recubiertos de los rasgos típicos del teatro del absurdo, y el clima clasustrofóbico del pequeño pueblo transitado por personajes sacados de una galería psiquiátrica, donde el protagonista entra en conflicto existencial para entender las ridículas situaciones, tal como Kafka elaboró a través de Sr. K, ayuda a creer que “El ciudado Ilustre” se entienda como un obra metafórica, simbólica, llena de miradas irónicas y tragicómicas. No sabemos si lo kafkiano emerge por una decisión de hacer una obra crítica de la realidad de ciertos sectores impregnados de hipocresía y falsa apariencia, o bien, volvemos a caer en el costumbrismo y en la pintura local por una mera intención de mostrar lo grotesco de una sociedad decandente en vías de desaparecer. No hay duda que lo kafkiano se encuentra en ambas, donde lo real y lo ficticio se mezclan y entrecruzan permanentemente. Si esta es la intención, tenemos antecedentes extraordinarios en Haneke ("La cinta blanca. Una historia infantil alemana", 2009), en Polanski (Venus in Fur, 2013), en los hermanos Coen (Fargo, 1996, No es país para viejos, 2007) y en Lars von Tier (“Dogville”, 2003). Todos films, por citar algunos, que de una u otra manera se insertan en la problemática del origen histórico de los grandes holocaustos, la violencia, y la hipocresía de los grandes discursos  morales que han pasado a la historia. Otros ejemplos: ”… informó el secretario de Seguridad Interior, John Kelly, sobre los arrestos hechos por agentes del ICE en Los Angeles, Chicago, Atlanta, San Antonio y Nueva York”. Según Kelly, esas personas "representaban una amenaza a la seguridad pública, a la seguridad de nuestras fronteras y la integridad del sistema migratorio de nuestro país".
Si esta película, desde este ángulo, y como obra cinematográfica, logra transmitir estas preocupaciones universales del hombre contemporáneo, es decir, si utilizó las herramientas estéticas y narrativas con el fin de reflejar los grandes males del mundo, del hombre como individuo, de la sociedad toda, independientemente del lugar donde se sitúe la historia y la profundidad existencial de los personajes; si los autores tuvieron como objetivo esta intención, la de describir en imágenes, habría que adentrarse en cuestiones técnicas, semánticas y del lenguaje propio del cine que, quizá, no hayan estado a la debida altura para abordarlos y así convertirse en una obra maestra. Nuestro propósito se centró en proporcionar algunas pautas, en llamar la atención sobre ella para que el espectador no la pase tan facilmente por alto, ni la ignore sólo por ser argentina.

Héctor Correa
Punta Alta, febrero de 2017






lunes, 6 de febrero de 2017

CIUDAD DE LAS ESTRELLAS, LA LA LAND. UNA HISTORIA DE AMOR EN LA ERA TRUMP

CIUDAD DE LAS ESTRELLAS, LA LA LAND. UNA HISTORIA DE AMOR EN LA ERA TRUMP

UN GÉNERO MUSICAL CASI OLVIDADO



 
 
 
Mientras Hollywood otorga su máximo galardón -el Oscar-, a un film blandito como “La La Land”, Trump, recientemente elegido presidente de los Estados Unidos, toma toda clase de medidas antistablishment, de corte duro y xenófobo, negando así el giro “progre” de le era Obama. ”La única coincidencia de May con el resto del bloque consistió en deplorar las declaraciones de Trump sobre la construcción de un muro en la frontera con México, las restricciones al ingreso a Estados Unidos para los viajeros procedentes de siete países mayoritariamente musulmanes, los comentarios favorables a la tortura y sus críticas a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a la cual calificó de "obsoleta".” (Ver el siguiente link: http://www.lanacion.com.ar/1981703-europa-en-alerta-por-la-ofensiva-de-trump?utm_source=n_os_nota1&utm_medium=opinionS&utm_campaign=NLExt).
O nos detenemos y analizamos sin prejuicios la película, como producto de la historia del start system, o de la comedia musical al menos, o la ubicamos dentro de una situación histórico-política más amplia y nos detenemos en qué momento va a ser premiada y las connotaciones que tiene dicha circunstancia.




No es, ni nunca lo fue, inocente desligar una cosa de la otra. La obra cuenta una historia sencilla. Mia (Emma Stone) y Sebastián (Ryan Gosling) se conocen en Los Angeles. Ambos buscan trabajo, cada uno aspira a desarrollar sus sueños (la música y el teatro). Pero no va a ser tan fácil, ni para uno ni para el otro en la “ciudad de las estrellas”. Por fin sobre el final logran llegar al éxito, pero a costa de dejar por el camino su vidas, sus aspiraciones personales, sus afectos y su mutuo amor. La película fue escrita y dirigida por Damien Chazelle (31 años), estadounidense, de padre francés y madre norteamericana. Podríamos adentrarnos aún más en su biografía, pero sería largo y tedioso semejante labor. Mejor es mencionar el trabajo minucioso o meticuloso sobre la historia de la comedia musical que realiza para confeccionar un guion atractivo y elegante, con una discreción meritoria a la hora de utilizar la música y los bailes. Quien iba a pensar que en unos pocos meses tanto Emma como Ryan realizarán pasos de baile al mejor estilo Ginger Rogers, Fred Staire o Leslie Caron y Gene Kelly. Pocos, medidos, pero dotados de esa cualidad que sólo el cine del género musical supo imprimir a sus actores y bailarines. Lo mismo con el canto.  Esta síntesis argumental se refiere a la comedia musical. Suave y melancólica evocación, en el medio del caos Trump. Contraste espeluznante si tenemos en cuenta hacia donde puede encaminarse la mayor potencia mundial, y sus consecuencias a nivel planetario, tanto para Europa como unidad, como para continentes hispanoparlantes como el nuestro, con Méjico a la cabeza.
La verdad es que la visión que tuvo y tiene Hollywood de América Latina, no es muy distinta que la que manifiesta sin tapujos Trump. El cine norteamericano está lleno de films, algunos famosos musicales, donde se citan países latinos en sus aspectos turísticos y subalternos, ni más ni menos como el patio trasero de la gran potencia. Y nos preguntaremos, entonces, qué tiene que ver esta mirada con “La La Land: una historia de amor”. Es que la película, que presuntamente va a ganar el Oscar, está asentada, semánticamente y culturalmente sobre esta concepción. Y tiene dos raíces, una es “el sueño americano”, en este momento revalorado por el actual presidente, y otro por el llamado “american system”, también hoy reivindicado. Aunque nunca abandonados, ambos aspectos, más la doctrina del “Manifest Destiny”, se constituyen en los pilares en los cuales se fundó el cine, y toda la cultura norteamericana.
Las luchas de Mia y Sebastian para alcanzar sus metas, aún perdiendo, no manifiestan otra cosa que estas claves tan caras para el americano medio, prototipos temáticos sobre los cuales giró el sistema del género cienematográfico hollywoodense. Los personajes desafían un sistema pero triunfan gracias a ese sistema. Este es el tema, en la comedia, el drama, el western, el policial negro, el bélico, etc. Si la globalización en todos los órdenes, de la que Obama fue cabal expresión, cultural, económica y étnica, atemperó estos fundamentos, algo o alguien deberá volver a ponerlos en su lugar, ya que son la esencia de este país y de su poderío. Quizá sea Trump.



La realidad es que la maquinaria sigue su marcha, pese a quien le pese. El género del lejano oeste y su conquista seguirá exhibiéndose por el mundo y nadie se acordará si Méjico, su región, y el río Grande, tuvieron un papel mítico o épico en ese cine. Y se producirán obras como Babel, o el género negro seguirá mandando delincuentes peligrosos a refugiarse en ese país de habla hispana al sur de E.E.U.U. La comedia hará sus obras mientras presidentes demócratas o republicanos estén en el poder preservando una cultura y una visión del mundo que no ponga en peligroso las bases esenciales de un estilo de vida.
Claro la percepción de Chazelle incluso toca films míticos como “Casablanca (1942)”. Recordemos que llega hasta el norte de África (Marruecos), Michael Curtiz, su director, con Humbrey Bogart, un típico y excelente actor hollywoodense de la década del cine negro norteamericano, quizá el más grande, síntesis de la encricijada socio-económica de la sociedad norteamericana de antes de la 2da. Guerra Mundial. Éste es un capítulo aparte de la historia del cine de la gran industria cinematográfica. Incluso inspirador de movimientos como la Nouvelle Vague francesa. Tal fue el espectro cultural en cual se alimentó el director de “La La Land” para hacer su film. El espectador deberá adentrar con cierta profundidad en su mirada para vislumbrar estos espectos. Incluso “Los paraguas de Cherburgo” (Jacques Demy, 1964) según algunos críticos.



Luz, color, música, personajes desencantados, una historia que roza una crisis existencial, son los condimentos narrativos del joven realizador, quien elabora un film nostálgico y sutil, para contarnos que aún este género puede ser evocado como añoranza de un ser querido aún no perdido del todo.

Héctor Correa
Punta Alta, febrero 2017