martes, 11 de septiembre de 2012

COMUNICADO DE POSTERGACIÓN


BIBLIOTECA ALBERDI



COMUNICADO

La función programada para el día 15/09/12, para proyectar la película "Entre los muros", organizada en la Biblioteca Alberdi, a través del ciclo "Diálogo y Reflexión", promovido por el grupo del 4to. Diálogo, Movimiento Focolares, y la colaboración del Cine Club "Dos Miradas", será llevada a cabo, por razones organizativas de la Institución, al día 29/09/12 a las 18 hs. como siempre.

LA EDUCACIÓN PROHIBIDA. Al maestro con cariño o Semilla de maldad (Nota V)

Universidad | Martes, 11 de septiembre de 2012

Opinión



La educación prohibida



Por Sergio Rascovan *

Promovida a través de las redes sociales, se fue difundiendo la película La educación prohibida. Su título provocativo y provocador invitó a mirarla a miles de personas. Al verla, celebré que la educación haya convocado, una vez más, al debate. Pensé, "mejor hablar de ciertas cosas", parafraseando la propuesta del Canal Encuentro de la TV Pública. Frente al silencio, la complicidad, la pasividad, la obsecuencia, siempre es mejor hablar, discutir y generar nuevas ideas y acciones que colaboren a mejorar la función social de la escuela. Esa institución rotulada de enciclopedista, normalizadora, aburrida, memorística, repetitiva pero también popular, gratuita, obligatoria, laica.



El documental vuelve sobre la escuela entendida como dispositivo de transmisión y apropiación cultural, invento de la modernidad surgido como respuesta a las demandas y exigencias que las sociedades capitalistas industriales incipientes habían generado. La escuela movida, por lo mismo, a adaptar a los sujetos a la lógica de una maquinaria social que requería mano de obra que nutriera el aparato productivo. Una institución que en su interior fue generando alternativas instituyentes, promoviendo la toma de conciencia respecto de la opresión, de las formas de dominación y de la búsqueda de la liberación social. El cara y ceca de la escuela. Las lógicas adaptativas versus las lógicas críticas. Las teorías y prácticas reproductivistas frente a las teorías y prácticas transformadoras. Discusiones y tensiones tan antiguas y actuales como la educación misma.



La educación pública constituyó una idea revolucionaria a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, suponía la inclusión de los sectores populares, estableciendo un límite a las políticas del privilegio. El paradigma de época desde el que se edificó la cultura escolar priorizó lo racional, lo consciente, lo medible, lo evaluable.



El documental es un nuevo hito en esa larga trayectoria de debate sobre la educación y las prácticas institucionales. Las variadas experiencias que se muestran junto a los testimonios de especialistas resultan interesantes para configurar una educación de tipo humanista, creativa, subjetivante.



Si algo resulta claro y relativamente consensuado en la actualidad es que el dispositivo escolar no responde –hoy– a las nuevas demandas y, por lo tanto, debe ser urgentemente revisado, reformado, recreado.



Sin embargo, en la problemática se conjugan –al menos– dos factores que se imbrican, el formato de organización social (para nuestra época el capitalismo llamado post-industrial), por un lado, y las instituciones que lo sostienen y que, al mismo tiempo, pueden cuestionarlo e intentar transformarlo, por otro.



De modo que la crítica a la institución escolar incluye –o debería incluir, también– una crítica al modelo socioeconómico-cultural hegemónico.



Pensar la relación entre Estado, mercado y escuela es indispensable. En esa dirección, el –innecesariamente– largo documental atrasa. La crítica que efectúa a la educación pública estatal desconoce el impacto que las políticas neoliberales produjeron en los países latinoamericanos en los últimos años: vaciamiento de la educación y salud públicas, deterioro de las condiciones laborales y bajos salarios de los trabajadores.



Lo propio de este tiempo es la pelea por la recuperación del derecho a la educación y a la salud para todos. Los sistemas educativos –y la escuela en particular– nacidos hace dos siglos y aún vigentes –aunque con maquillajes varios– deben ser modificados, inexorablemente. La advertencia es para evitar que los argumentos sobre los impostergables y necesarios cambios educativos sirvan de cauce a una refinada maniobra ideológica que, en nombre de la sensibilidad, del amor, del respeto por los niños, pretenda restituir políticas del privilegio.



Los sistemas de dominación van cambiando con las épocas. El régimen disciplinario, autoritario fue el principal en tiempos de apogeo de los Estados nacionales. Dicho escenario rigió hegemónicamente hasta que el mercado (de la mano del capital financiero) comenzó a disputarle su lugar como principal regulador de la vida social. Argentina fue –con epicentro en los años 2001-2002– uno de sus más tristes y ejemplares exponentes. Recordemos que los años del desguace del Estado se sostuvieron con teorías amparadas en nombre de la libertad. Así, la mitad de la población quedó marginada, excluida, literalmente afuera, desafiliados, al decir de Robert Castel.



El imperativo actual en educación es generar espacios para pensar, para animarnos a jugar, para darnos permiso para reinventar una institución que todavía tiene mucha vigencia y sigue siendo uno de los principales sostenes en la constitución de ciudadanía y en la promoción de derechos humanos. Hacer de la escuela un lugar más habitable, más vivible será efecto del protagonismo y de la participación del colectivo que la compone, pero también del apoyo del Estado que, hasta ahora, es el único con capacidad política de garantizar el bien común.



La película es un llamado a la sensibilización y a la búsqueda de alternativas superadoras. Me sumo a la propuesta estimuladora de cambios y a la vez advierto sobre los efectos –seguramente– no deseados por los autores. Me sumo a la iniciativa de la película y a la de todos los que hace mucho tiempo venimos pensando y buscando, a través de diversas prácticas, construir un nuevo paradigma educativo que supone, al mismo tiempo, la búsqueda y construcción de un nuevo modelo de sociedad más libre, pero, también, más igualitaria.



* Licenciado en Psicología (UBA), magister en Salud Mental Comunitaria (UNLa).



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miércoles, 5 de septiembre de 2012

LOS JOVENES Y EL CINE NACIONAL

Página/12 : espectáculos

Miércoles, 5 de septiembre de 2012

CINE: LOS DEBATES QUE DEJAN LAS JORNADAS LOS JOVENES Y EL CINE NACIONAL, EN CINEMARK PALERMO

Un lugar para discutir el cine argento. Las mesas debate que se realizaron ayer y concluirán hoy, con nombres de peso como Juan José Campanella y Daniel Burman, abren un campo interesante para el análisis de la relación entre las capas jóvenes y las películas nacionales.
 
Por Oscar Ranzani.

El cine tiene una gran aceptación en el gusto de los jóvenes argentinos: el 95 por ciento de quienes tienen entre 11 y 18 años lo eligen como método válido de entretenimiento. Así lo demuestra una encuesta sobre consumos culturales adolescentes del Ministerio de Educación de la Nación, cuyos datos vinculados con el cine fueron mencionados ayer por la coordinadora de las Jornadas Los Jóvenes y el Cine Nacional, Roxana Morduchowicz, organizadas por la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina, y que concluirán hoy en el Cinemark Palermo (Bulnes y Beruti).
 
El dato alarmante es que del total de los encuestados, el 45 por ciento nunca vio una película argentina y el 20 por ciento casi nunca ve producciones locales. Si bien Internet viene creciendo en la preferencia de la "generación multimedia", como no todos los hogares tienen conectividad, la televisión sigue siendo el medio elegido por los adolescentes. Otro dato llamativo es que mucho más de la mitad, el 65 por ciento, lo que más ve en la TV son películas. El 70 por ciento tiene DVD y a través de este aparato ve al menos un film por semana. Si bien el prejuicio adulto indica que los más jóvenes eligen cine por los efectos especiales, la encuesta lo desmiente: el 50 por ciento se decide por el contenido. Los datos y la exhibición de un corto posterior –en el que chicos que no estudian carreras vinculadas con los medios audiovisuales opinan sobre su relación y (des) conocimiento del cine nacional–, las jornadas tuvieron el impulso necesario para el debate en la mesa "Hacer cine pensando en los jóvenes", con la participación de los cineastas Daniel Burman (director de El abrazo partido, Derecho de familia, La suerte en tus manos, entre otras) y Santiago Mitre –El estudiante–, quienes expresaron sus opiniones y luego respondieron preguntas de los asistentes y de la moderadora de la mesa, la periodista Adriana Franco.

Previamente, el presidente de la Academia, Juan José Campanella, expresó el espíritu de las jornadas –que continúan hoy con dos otros dos paneles–, señalando que "está bueno que esto se abra al público porque si no son debates medio endogámicos dentro del cine, en los que estamos girando alrededor de los mismos preconceptos". El director de El secreto de sus ojos también expresó que "estaría bueno que el cine argentino logre lo que logró el rock nacional". Dijoque no sabe "cómo serán las cifras", pero "si no se escucha más, seguramente está a la par" del rock extranjero. También destacó la importancia de "poder quebrar la opinión de que una película es todo el cine". Y lo argumentó de la siguiente manera: "Uno ve un film yanqui malo y dice: ‘Esta película es una porquería’, pero no dice: ‘Nunca más vuelvoa ver cine yanqui’. Uno ve una película argentina que no le gusta e inmediatamente lo que le sale es: ‘Nunca más vuelvo a ver cine nacional’", expresó Campanella.
 
El arranque de la mesa-debate "Hacer cine pensando en los jóvenes" corrió por parte de Burman. "Cuando me llamaron para hacer el corto me asusté mucho porque no veo adolescentes desde que tenía quince años", ironizó el cineasta. Luego, más serio, señaló que uno de los temas que más le llamaron la atención respecto de la película de Mitre, El estudiante, fue que "dentro del mundo del cine se discutió muchísimo el modelo de producción, cómo se hacía, cómo se estrenaba, pero no se discutía por qué gustaba. Y ese me parece que es un buen ejemplo de cómo nos mordemos la cola". Y rescató que muchos de los jóvenes con quienes habló para realizar el corto que se difundió antes del debate la eligieron "porque se habían sentido identificados. Nadie preguntó cómo había sido hecha o el número de expediente".

Ante la consulta de si hay que hacer cine "pensando en los jóvenes", Burman destacó que piensa en el público "pero para mí elpúblico es un tipo como yo, que está sentado". El cineasta completó: "No pienso: ‘Esto a los jóvenes les va a encantar’", sino que sus películas las construye para un público "que se divierte y se emociona con lo que yo me divierto y me emociono. Si después eso empata con alguien de quince años, bienvenido". Burman opinó que no le parece bien quese estudie "cómo piensan los jóvenes para filmar lo que a ellos les gusta".

Mitre completó la idea señalando que "cuando uno piensa en filmar lo hace porque quiere y no imagina siquiera que alguien después va a ver lo que uno hace". Coincidió con Burman en que "un cineasta hace el cine que le gusta y tiene que ser sincero con las cosas que quiere hacer, con su mirada y con lo que quiere contar". Consideró que puede resultar un error para un director "caer en estas trampas de intentar incluir cada vez más y máspúblico, porque eso puede desnaturalizar su mirada, que es lo que tiene que privilegiar". Mitre también consideró que a partir de la generación de Burman y de otros directores jóvenes respetados "puede ser que se haya generado en los adolescentes actuales una especie de valoración más importante de determinados cineastas". Recordó que los directores mencionados por los jóvenes en elcorto "eran todos cineastas de mi generación". En ese sentido, reconoció "que está bueno darse cuenta de que hubo una renovación generacional que produjo un montón de nombres propios que generan interés per se y un montón de películas que hayan quedado como clásicas para los adolescentes".

A Mitre le resultó interesante la opinión de los jóvenes respecto de que "hay una especie de demanda de cine de género" y que"debe tener que ver con el tipo de cine que consumen, porque el cine norteamericano, en general, llega clasificado de ese modo y les enseñó que hay que ver comedias, terror o ciencia ficción y no algo un poco más híbrido como por ahí es el cine argentino, que puede tener un elemento de comedia, pero no necesariamente ser una comedia como la trabajan los norteamericanos". Burman destacó que como productor, el tema de las películas de género "es muy importante" porque las dos horas de un día que el público destina al cine quiere saber "si se va a divertir, si se va a aterrorizar, si va a llorar... Queremos saber qué nos va a pasar. Es lícito ese pedido. O si vamos a ver una película que es una mirada autoral de alguien sobre el mundo, que también es un género".

Luego de las reflexiones de ambos cineastas, llegaron las preguntas de los asistentes que fueron desde si hay que estimular el cine argentino en la escuela, a cuál era la relación de ambos directores con el cine nacional anterior a los años ’90, qué importancia tienen los canales de aire para la distribución del cine argentino y, si al igual que lo que sucede en otros países, debería haber directores de cine específicos para jóvenes, entre otros interrogantes. Cuando concluyó la primera de las cuatro mesas debate, le siguió el panel "Atraer los jóvenes a las salas", con la participación de Bernardo Zupnik, Martín Alvarez Morales y Juan Vera, moderado por el periodista de Página/12 Emanuel Respighi. Hoy a las 9.30 será el turno de Los Cineastas y el Cine para Jóvenes, donde expondrán Manuel Antín, Alberto Lecchi, Anahí Berneri ySergio Wolf. A las 11.30 cerrará la mesa debate "La televisión y el cine para jóvenes", con la participación de Axel Kuschevatzky, Alejandro Fernández Mouján y Walter Sequeira. La inscripción es gratuita.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/

lunes, 3 de septiembre de 2012

LA EDUCACIÓN PROHIBIDA. Al maestro con cariño o Semilla de maldad (Nota IV)


*por Axel Rivas, Investigador Principal de CIPPEC

viernes 17 de agosto de 2012

La educación prohibida: innecesario ataque a la escuela pública

 

El reciente estreno del documental "La educación prohibida" nos ha decepcionado. El medio millón de vistas en internet de los dos primeros días nos ha preocupado.

La película se supone una defensa de las experiencias alternativas en educación, pero en realidad sólo se corresponde con un paradigma educativo: el espontaneismo pedagógico. Todos los relatos, sumamente repetitivos, se centran en la misma concepción pedagógica, expresada en una decena de educadores de distintos países de habla hispana entrevistados.

El paradigma espontaneista tiene una larga y rica historia, pero tiene muchas limitaciones ampliamente discutidas en la arena pedagógica. Supone que todo nace del niño, que no debe haber institución o autoridad que corte su libertad, que sólo hace falta regar su creatividad ilimitada.

Al redundar en este paradigma, la película pierde la oportunidad de resaltar muchas otras ideas pedagógicas alternativas. Las expresiones de la educación popular, y sus diversas ramificaciones en la pedagogía social o en la educación de gestión social, son especialmente ignoradas, así como otras expresiones pedagógicas que sólo aparecen nombradas, pero cuyos desarrollos son suprimidos por una versión lineal y simplificada del espontaneismo.

Todo esto no es motivo de crítica. Hacer un documental con esta visión es fascinante y en todo caso uno puede estar más cerca o más lejos, disfrutarlo más o menos, aprender nuevas lecciones y discutir otras. El gran problema de "La educación prohibida" es su ataque a la escuela pública. La caracterización de la escuela pública como autoritaria, industrial, disciplinaria y embrutecedora es un alegato que parece sacado directamente de la película "The Wall", que era propia de la escuela de hace 50 años atrás.

"La educación prohibida" no sólo no reconoce las inmensas transformaciones que vivió la escuela pública en nuestros países, abriéndose, democratizándose y generando diversos espacios de aprendizaje, sino que la ofende, la degrada. Sus ataques decididos sobre la escuela y los docentes "tradicionales" no dejan de redundar en cierta consonancia con los ideales libertarios anti-estado. Incluso se alude a la educación en el hogar como solución frente a la escuela pública.

La ridiculización de la política educativa que realiza la película también es sugerente. El Estado aparece como una mera máquina que no sabe hacer nada. Todas las soluciones parecen estar fuera del Estado, fuera de lo público, en lo individual, en los fragmentos.

La película desconoce las intensas discusiones de sociología de la educación, que muestran el rol complejo y muchas veces contradictorio de la escuela pública. Sí, por un lado, la escuela reproduce desigualdades, lo hace con sus pedagogías, con sus sistemas de acceso y selección –lo hemos estudiado y publicado en varios trabajos (aquí y aquí). Pero también está claro que quienes asisten a la escuela tienen muchas más oportunidades de desarrollo que quienes no lo hacen. Está ampliamente demostrado que un año más de escolarización (especialmente para los jóvenes) es la mejor inversión social en la infancia que pueda hacerse.

La escuela es una institución que salva y dignifica vidas. Favorece facultades cognitivas, estimula el pensamiento, la palabra frente a la violencia, la construcción de saberes compartidos que promueven la democracia, entre muchas otras cuestiones. Con innumerables problemas, limitaciones y contradicciones, la escuela es un espacio a mejorar y proteger, no a eliminar.

Desconocer los inmensos beneficios sociales e individuales de la escuela es peligroso. Puede invitar a la desescolarización. Cuando millares de educadores están preocupados por evitar la deserción escolar, especialmente en el nivel secundario, "La educación prohibida" poco menos que la alienta.

Esto no quita que valoremos las experiencias educativas alternativas. Las hemos estudiado, defendido y aplaudido en eventos públicos de diversa naturaleza en nuestro país. Queremos esa misma pasión e innovación en todas las escuelas públicas. Incluso, muchas de las mejores experiencias educativas han venido de allí mismo, como el caso de las hermanas Cossettini.

Pero también sabemos que para lograr mayor innovación son necesarias políticas educativas sólidas, serias, que conozcan comparativamente los efectos de distintos modelos de intervención. Es clave contar con políticas transformadoras de formación, reclutamiento y carrera docente, para lograr mayores espacios de experimentación bien conducida, responsable y sustentable. Las escuelas "libres" no surgen de la nada, salvo que se piense en ellas como salidas para unos pocos.

Si queremos respuestas educativas para las masas, para millones de alumnos, "La educación prohibida" no nos ofrece más que la humillación a los centenares de miles de docentes que están hoy en las aulas. Creemos, en cambio, que hay que confiar en ellos, apoyarse en las escuelas públicas como espacios de lo común, donde se construye la identidad compartida de los sujetos.

Lo que propone "La educación prohibida" es una exaltación del aislacionismo, que es otra versión del "sálvese quien pueda". Reduce al Estado y, al hacerlo, desconoce cómo se construyen y defienden los derechos sociales, cuyo garante central es el Estado.

Aplaudimos la educación alternativa, las expresiones diversas, pero no a costa de denigrar a la escuela pública. Creemos mucho más en los movimientos convergentes, en la educación alternativa que toma la mano de la escuela pública y camina en conjunto.

Para leer la nota original picar en este link:



LA EDUCACIÓN PROHIBIDA. Al maestro con cariño o Semilla de maldad (Nota III)



Educación
Domingo 02 de setiembre 2012 | Publicado en edición impresa
 
Una mirada crítica para pensar cómo mejorar el aprendizaje
 
Especialistas de distintos modelos de formación brindan sus testimonios
 
Una cámara y la firme intención de conocer experiencias alternativas al sistema convencional de educación bastaron para que Germán Goin Campos realice una película financiada con el aporte de 704 personas e instituciones de distintos países.
Comenzó en 2009 con entrevistas a investigadores que participaban de un congreso sobre Holística en Córdoba. Y luego viajó a Ecuador, Chile, Uruguay, Colombia y España, donde conversó con docentes y seguidores de otras corrientes que proponen modelos de "escuela libre o democrática". También habló con representantes de los modelos Montessori, Waldorf, Cooperativa Educacional Olga Cossettini y de logosofía, entre otros.
Con la participación de Verónica Guzzo, en la producción, y de Franco Iacomella y Cintia Paz, en la asistencia de plataformas colaborativas, Doin Campos cumplió su sueño. Según contaron Guzzo y Doin Campos, La educación prohibida se estrenó la semana pasada en 119 ciudades de 13 países.
Se trata de una película de dos horas y media que propone una revisión histórica del origen del sistema escolar vigente, desde una mirada crítica y la descripción de algunas experiencias diferentes según las presentan sus docentes o directivos.
Aportes teóricos de investigadores son intercalados con escenas de animación y el desarrollo de una breve historia filmada en Buenos Aires con actores adolescentes a los que se sumó Gastón Pauls y Alejandra Figueroa, entre otros adultos.
Las primeras diez entrevistas, armadas en un audiovisual de tres minutos, fueron subidas a YouTube en febrero de 2010.
A fin de año, sumó un segundo avance que alcanzó medio millón de visitas. En tanto, en Facebook crecían los seguidores. Hoy tiene cerca de 45.000. "Entre ellos, están los 704 que nos ayudaron con dinero para la producción", dijo Doin Campos. Informó que la película costó unos US$ 50.000; el 75% se cubrió con aportes de personas o instituciones por medio del sistema de financiación colectiva ( crowdfunding ). El 25% restante provino de una fundación empresarial de Perú cuyo nombre prefirió mantener en reserva.
Con la intención de plantear el debate sobre un nuevo paradigma educativo, los realizadores promueven que la película se descargue y proyecte sin fines de lucro.
 
La Nación. Domingo 02 de setiembre 2012 | Publicado en edición impresa
 
 

LA EDUCACIÓN PROHIBIDA. Al maestro con cariño o Semilla de maldad (Nota II)


Educación
Lunes 20 de agosto de 2012 | Publicado en edición impresa
 
Un documental que hace furor en la Web
 
"El docente debería poder decidir prácticas pedagógicas"
 
Lo dice Doin Campos, realizador de La educación prohibida, al cuestionar el sistema
 
Por Silvina Premat | LA NACION
 
Verónica Guzzo y Germán Doin Campos, productora y realizador de La educación prohibida.
Tiene 24 años y es el mentor de un proyecto audiovisual que cuestiona el sistema educativo y propone "visibilizar" experiencias no convencionales. "Cuando comencé con esto, hace tres años, no sabía nada de pedagogía ni de educación", admite Germán Doin Campos, realizador de La educación prohibida , una película que, con formato de documental, reúne la opinión crítica y propositiva de unos cuarenta investigadores de varios países de habla hispana.
En la primera semana desde que fue subido a la Web, el film, de acceso gratuito, registra más de un millón de consultas. Doin Campos visitó LA NACION junto con Verónica Guzzo, también de 24 años, su pareja y productora de la película.
-¿Cómo surgió la propuesta?
-Lo que me llevó a comenzar con el proyecto fue la pregunta sobre el paradigma educativo vigente, hasta qué punto tenía sentido, era coherente con los valores humanos, con las nuevas formas de relacionarnos y hasta qué punto ese paradigma, que tiene doscientos años, no había caducado ya.
-¿Qué se propone desde el punto de vista educativo?
-Empecé la película hace tres años, cuando tenía 21, sin saber absolutamente nada de pedagogía y educación más que la experiencia de haber sido alumno. Esta película está contada desde el que aprende y no desde el que enseña. No decimos: "Este es el modelo, esto es lo que hay que hacer", sino que visibilizamos propuestas que se han discutido en el mundo académico pero que no pasaron la barrera semipermeable de la práctica e invitar a la reflexión. Si no hubiese hecho esta película no me habría enterado de que existían escuelas que no tienen exámenes o en las que los chicos deciden qué aprender. El común de la gente ni siquiera imagina estas cosas y hasta asume que la educación siempre fue así como es y que es la única forma posible. Es decir que no hay una idea ni un método que nos gustaría seguir sino que la propuesta es valorar la diversidad educativa, la libertad pedagógica y curricular. Uno de los principios de la película es ser protagonista de la educación.
-En la película se contraponen escuela y educación de forma bastante extrema.
-Hacemos la diferencia entre escolarización y educación. La educación estuvo siempre y antes que la escuela, donde había un padre y un hijo había un proceso de aprendizaje. Hay educación donde hay aprendizaje y el registro escolar no necesariamente requiere el aprendizaje sino que está basado en la idea de enseñanza. La película plantea que la escuela no está pensada para la educación -que no significa que no haya educación en la escuela-y que podría flexibilizarse para permitir otro tipo de experiencia, para que la educación sea de abajo hacia arriba. Algo interesante sería la democratización profunda de la escuela de tal forma que cada uno de los maestros puedan tomar decisiones sobre qué rol seguir, si quieren o no calificar. Esto sería empoderar al docente y tiene que ver con la lógica de la película.
-¿Cuál?
-Para que el niño crezca en libertad, el docente tiene que ser libre. Y para empoderar a los niños es necesario empoderar a los docentes y a las familias. Empoderar a los docentes es permitirles tomar decisiones sobre sus prácticas pedagógicas que hoy en algunos lugares se permiten y en otros no. Eso podría ser una democratización del sistema educativo y por eso apostamos al proyecto que viene después de la película que es Reevo (Red de Educación Viva).
-¿De qué se trata?
-De una red, una especie de banco de información. Allí también pondremos las entrevistas enteras a los educadores.
-En total hizo unas 90 entrevistas pero en el documental aparecen menos, ¿cómo las seleccionó?
-Tengo la certeza de que muchos de los que entrevisté no saben que aparecen. Estuve tratando de recontactarlos a todos pero hay algunos con los que no pude. Creo que los que aparecen en la versión larga son, en total, unos cuarenta. Para la selección tuve en cuenta cuestiones técnicas como el sonido, la luz y demás.
-¿Y cómo seleccionó a los educadores entrevistados?
-Planeábamos los viajes y aprovechábamos para conocer experiencias de las que nos hablaban estando en los diferentes países. Por ejemplo, en Ecuador fuimos a conocer el Pestalozzi pero no nos dieron la entrevista y conocimos otras experiencias que se nutrieron del Pestalozzi. Es importante aclarar que no es una investigación formal sino que fue bastante inorgánica, nos íbamos dejando llevar por lo que nos llamaba la atención y por cosas que encontrábamos y que queríamos mostrar.
-La financiación del proyecto fue "colectiva" (ver aparte) y su difusión fue veloz y masiva en Internet y en las redes sociales. ¿A qué atribuye este interés?
-Creo que estamos contando algo que muchos querían escuchar; además no lo estamos cobrando y por eso creo que genera identidad.
 
La Nación. Lunes 20 de agosto de 2012 | Publicado en edición impresa
 
 
 
 
 
 

domingo, 2 de septiembre de 2012

LA EDUCACIÓN PROHIBIDA. Al maestro con cariño o Semilla de maldad (Nota I)


Domingo, 26 de agosto de 2012

FENOMENOS > LA EDUCACION PROHIBIDA, EL DOCUMENTAL QUE EXPLOTO EN INTERNET

Graduados
Con 24 años y un equipo de producción igual de joven y el aporte de setecientas personas interesadas en un proyecto que se difundiría de manera gratuita, Germán Doin se propuso diseccionar el paradigma del sistema educativo y explorar todos los otros modelos –la logosofía, el Waldorf, el Montessori y el Killpatrick, la Educación Libre, la Educación Popular de Paulo Freire, la Escuela Nueva-Activa del Constructivismo y el “Home-Schooling”– que pueden ayudar a devolverle al niño el protagonismo de su propia educación. Con entrevistas a especialistas de toda Latinoamérica y un montaje de más de dos horas, La educación prohibida convocó inesperadamente a millones de espectadores y se convirtió en el furor de la semana pasada en Internet. Radar habló, con su director, del documental y del fenómeno.

 Por Ariel Magnus


AL MAESTRO CON CARIÑO

 
Ni la nueva de Batman, ni la nueva de Suar: la película que rompió records de público en las últimas semanas fue La educación prohibida, del argentino Germán Doin. A las más de 500 exhibiciones independientes en una veintena de países de este continente y el europeo, que ya juntaron su buena cantidad de espectadores, hay que sumar las doscientas mil descargas de la página web (www.educaciónprohibida.com) y a quienes ya la vieron online (dos millones doscientos mil reproducciones, y contando). Todo esto para un documental de dos horas y media sobre un tema que no necesariamente se encuentra entre los más taquilleros: la educación.

“Tenemos explicaciones más pesimistas y otras más optimistas”, comenta este inesperado éxito su mentor, un joven de 24 años egresado del ISER que empezó el proyecto cuando tenía 21 y lo financió en buena parte mediante el método del “crowdfunding” o financiación colectiva, por lo que la película cuenta con setecientos productores y se distribuye de forma libre y gratuita. “La explicación pesimista es que se trata de un fenómeno típico de las redes sociales, por haber estado en la portada de YouTube. Y la optimista es que hay una necesidad latente de hablar de educación, que es precisamente de donde surge el proyecto, de esas cosas que uno discute y critica cuando es adolescente.”

Así de personal es también el principio de esta producción independiente, la primera en su tipo que llegó a la pantalla grande: “Siempre recuerdo una clase de filosofía donde el profesor nos relató esta historia...”, dice la voz en off, que es la del director. Lo que sigue, ilustrado por dibujos animados, es la alegoría de caverna de Platón, aunque sólo reconocible para quienes lo hayan aprendido en la escuela, pues no se menciona a su autor. “La idea fue empezar con una validación de la escuela, diciendo: esto lo aprendí ahí. Cosa que además fue real, me pasó. Fue mi forma de decir: yo vengo de la escuela normal, no de una diferente. Y por otro lado es señalar que de la escuela nos quedan experiencias y reflexiones, vínculos personales con un maestro, pero no nos quedan datos concretos”.

A la alegoría secreta le sigue una ficción explícita, con un elenco encabezado por Gastón Pauls. A eso se empiezan a sumar luego los fragmentos de reportajes a diversos educadores latinoamericanos, la mayoría de ellos en representación de metodologías de enseñanza que están por fuera de la educación pública tradicional de cada país. De esa alternancia entre animaciones o dramatizaciones con voz en off, la historia de unos chicos rebeldes al estilo Socorro Quinto Año y los testimonios en distintas tonalidades del castellano se sirve Doin para criticar el sistema escolar tal cual lo conocemos, luego para contar su origen e historia a través de los siglos y al fin para presentar modelos alternativos, todo salpicado por máximas de personalidades que van desde Aristóteles hasta Krishnamurti.

La crítica furibunda que ocupa la primera media hora no dista mucho de la que ya le hacía Pink Floyd a la escuela en los años setenta, y que en gran medida parece seguir tan vigente como el mismo Roger Waters. Un sistema autoritario, semejante al que rige en las fábricas o en el ejército, que se lleva a cabo en edificios reminiscentes de las cárceles y está regido por docentes sólo interesados en cumplir con una currícula diagramada por burócratas de la educación. “La educación, como la estamos viendo hoy, es administrativa –grafica el educador chileno Fernando Jorqueira, fundador de la plataforma yoaprendo.cl–. Alumnos que llegan, profesores que dan clase, alumnos que se van, profesores que se van. Y al día siguiente se repite el ciclo.” Las calificaciones, que masifican al alumnado y atizan la competencia siempre insana, están en el centro de las críticas. “Comparan el sujeto y sus aprendizajes con una escala estandarizada que mide... ¿qué?”, se pregunta William Rodríguez, del Instituto Popular de Cultura de Cali. Lejos de los deseos y necesidades de los pequeños, la escuela se transforma en un “aparcadero de niños” hasta que estén en edad de trabajar, en un lugar de adiestramiento en el que si alguno no se adapta al sistema, fracasa. “Pero no es el estudiante el que fracasa, es el sistema el que está mal planteado”, resume el investigador chileno Calvo Muñoz, autor de Del mapa escolar al territorio educativo.

Este denostado modelo de escuela tiene una historia que el documental presenta casi como una condena. De corte despótico, con raíces en Esparta y útil a los regímenes totalitarios del siglo pasado, nada bueno puede esperarse de él, y nada fundamental parece haber cambiado en su concepción del aula desde Sarmiento. “La esencia prusiana está inmersa en la estructura misma de nuestra escuela –afirma la película–. Los tests estandarizados, la división de edades, las clases obligatorias, las currículas desvinculadas de la realidad, el sistema de premios y castigos, los horarios estrictos, el encierro y la separación de la comunidad, la estructura verticalista. Todo esto sigue siendo parte de la escuela del siglo XXI.”

A principios del siglo XX, se cuenta luego, aparecieron diversos movimientos en la pedagogía que “desarrollaron experiencias educativas concentradas en la acción, la libertad del niño y la construcción autónoma del aprendizaje, replanteando toda la estructura de la escuela tradicional”. Estos modelos alternativos, pensados por pedagogos como Piaget o Montessori, no se adaptaban a los modelos estatales convencionales y por lo tanto no lograron prosperar como para convertirse en verdaderas alternativas masivas de educación. En esas experiencias se centra la última parte de la película. Tomando un poco demasiado al pie de la letra al chileno González Heck, de la Escuela Rudolf Steiner, este tipo de alternativas son definidas como “la educación prohibida” a la que alude con el título.

“A mí no me gusta llamarlas experiencias prohibidas, porque no lo están –matiza Doin–. Pero la verdad es que muchas de estas experiencias se la ven bastante difícil para poder sobrevivir, más que nada las que están dentro de la escuela pública.”

Con estas escuelas, al menos en el caso argentino, Doin se refiere a las escuelas experimentales, financiadas en buena parte por el Estado. Existen hace ya varias décadas y están dispersas por todo el país, aunque su mayor número se concentra en Tierra del Fuego. En estas escuelas no hay calificaciones, los útiles quedan en el aula y se comparten entre todos, las clases se dan sentados en el piso en ronda, etc. Los otros métodos pedagógicos que aparecen retratados en su película son el de la logosofía, el Waldorf, el ya mencionado de Montessori y su oponente Killpatrick, la Educación Libre, la Educación Popular de Paulo Freire, la Escuela Nueva-Activa del Constructivismo y hasta el “Home-Schooling”. La guía en off no se inclina por ninguna de ellas, sino por lo que todas parecen tener en común: quitar al maestro y a los contenidos del centro de la escena y colocar allí al niño, con sus deseos y aptitudes individuales; olvidar las ideas de autoridad, disciplina y competencia y reemplazarlas por las de respeto, libertad y amor.



Tan incontestables como naïves son también las metáforas con que la película de Doin (y de su igual de joven equipo de producción) busca graficar estas ideas, en especial la que compara al niño con una semilla que luego será árbol y aun bosque. “Es muy humano esto de pensar que si al bosque no lo cuidamos, se estropea”, explica Cristóbal Gutiérrez, de la fundación española El Cuidado del Alma Infantil. “Pero al bosque, con dejarlo tranquilo, es suficiente. Todo lo que tenemos de bosque es porque el ser humano no ha intervenido.” Desde este marco ecologista y holístico y aun esotérico, sin hacerse cargo de temas socioeconómicos ni aun distinguir entre emprendimientos más o menos privados o públicos, la película señala las nomenclaturas morbosas con que se cataloga a los niños problemáticos desde temprana edad (y la consiguiente administración de psicofármacos), la separación por edades en las aulas (con la consabida presión para quienes no logran estar a la par de sus compañeros en ciertas materias) y los saberes duros tradicionales (que relegan a las artes a un segundo plano, o a ninguno).

El largo, larguísimo metraje remata, un buen rato después de lo que podría, con un lacrimógeno manifiesto juvenil de los alumnos de Pauls, que se viraliza por YouTube al igual que la película que lo contiene. Luego viene una invitación a sumarse a Reevo, una “Red de educación viva” con sede en la web que ya cuenta con un “centro de contenidos” y una “incubadora de proyectos”. Con el correr de los meses también está planeado ir liberando el crudo de las 90 entrevistas que se hicieron en ocho países distintos, a fin de que cada espectador pueda escuchar completo al educador que mejor le cayó y hasta editar su propia versión del documental.

Como era de esperar con un tema tan universal y polémico, La educación prohibida no se quedó sin sus inmediatos cuestionadores. Una de las primeras críticas vino naturalmente desde el sector público. En una nota sin firma de su blog, el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) se muestra decepcionado y aun alarmado por el éxito de lo que “se supone una defensa de las experiencias alternativas en educación, pero en realidad sólo se corresponde con un paradigma educativo: el espontaneísmo pedagógico”. Este paradigma “supone que todo nace del niño, que no debe haber institución o autoridad que coarte su libertad, que sólo hace falta regar su creatividad ilimitada”, pero “tiene muchas limitaciones ampliamente discutidas en la arena pedagógica” y es en definitiva una “exaltación del aislacionismo” que “desconoce cómo se construyen y defienden los derechos sociales, cuyo garante central es el Estado”. El gran problema de la película, siempre según el Cippec, “es su ataque a la escuela pública”, que “puede invitar a la desescolarización. Cuando millares de educadores están preocupados por evitar la deserción escolar, especialmente en el nivel secundario, La educación prohibida poco menos que la alienta.”

Germán Doin, egresado de una escuela privada de la zona sur de Buenos Aires (“80 por ciento subvencionado por el Estado”), se defiende de estas críticas aclarando que así como la película empieza desde la escuela, también vuelve a ella para desdemonizarla. “La evolución que sigue la película es la misma evolución que seguimos nosotros al investigar sobre el tema –explica–. Al principio decimos que las escuelas son como cárceles, pero al final decimos que no todas las escuelas son así. Hay experiencias en las escuelas públicas y tradicionales que son muy enriquecedoras.” En cuanto a los problemas macro que la película no parece tener en cuenta, o en los que prefiere no meterse, también tiene en claro que son primordiales. “Desde luego que antes hay que solucionar lo que tiene que ver con la gestión educativa, como el sueldo de los docentes o el tema edilicio. No es que el docente mal pago va a estar bien en un modelo diferente. El buen sueldo está implícito en la propuesta. La ponderación del niño implica una ponderación del docente también.” Sin embargo, la disyuntiva público-privado no debe, según Doin, limitar el debate sólo a cuestiones administrativas. Su película es una invitación a debatir más allá de lo coyuntural, de cero. “Hay que pensar una educación distinta, que respete el proceso de aprendizaje y desarrollo de los chicos.”

El documental puede verse en www.educaciónprohibida.com y en YouTube