domingo, 20 de marzo de 2011

RAPSODIA EN AGOSTO, el ojo nuclear “Hachi-gatsu no kyōshikyoku”



Según una leyenda japonesa, tu mayor deseo se hará realidad, si construyes mil grullas de papel. La consigna de crear grullas de papel en la lucha por la paz, se remonta a la historia de una de las pequeñas víctimas de la bomba de Hiroshima durante la Segunda Guerra Mundial.
Sadako Sasaki tenía dos años cuando cayó la bomba en Hiroshima, ciudad en la que vivía. Diez  años más tarde (cuando tenía 12 años), como consecuencia de la irradiación que le produjo la bomba de Hiroshima, los médicos le diagnosticaron leucemia. Cuando la pequeña Sadako estaba en el hospital recuperándose de su enfermedad, su amiga Chizucho le explicó la historia de las 1.000  grullas de papel. La historia consiste en que si deseas algo con mucha fuerza y  construyes 1.000 grullas de papel (papiroflexia), los dioses te concederán ese deseo que tanto anhelas.
Es así como Sadako deseó curarse de su terrible enfermedad y para ello se propuso construir por sí misma 1.000 grullas de papel, aunque no logró conseguirlo porque falleció mucho antes de poder acabarlas todas. Murió en octubre de 1955 y sólo había conseguido plegar 644 grullas de papel. Simbólicamente, sus amigos continuaron su misión y completaron las mil grullas, con la esperanza de que se evitaran las guerras en el futuro y se consiguiera la paz entre todos los países del mundo. Tres años más tarde de la muerte de Sadako, los niños de toda la ciudad de Hiroshima le dedicaron una estatua de ella con una grulla en su mano. La estatua está en el  Parque de la Paz de Hiroshima.
Cada año, para el 6 de agosto, Día de la Paz, llegan miles de grullas de papel a Hiroshima desde todos los lugares del planeta. Los niños de la ciudad cuelgan las grullas en el monumento de Sadako, con la esperanza de transmitir este mensaje a todo el mundo.

En estos días, como consecuencia del Terremoto de Japón, muchísimas personas y asociaciones de todos los lugares del mundo se han propuesto construir grullas de papel con la finalidad de enviarlas a Japón. En Japón hay personas encargadas de recoger estas grullas que la gente envía anónimamente y colocarlas en los distintos templos del país, con el deseo de que Japón pueda salir de la pesadilla  que está viviendo y que la vida, la salud, la esperanza y la prosperidad se restablezcan de nuevo en sus vidas.

Una japonesa residente en Madrid ha recuperado la leyenda japonesa de las mil grullas de papel para pedir a los internautas que se unan a esta iniciativa de abrazo y ánimo a Japón que simboliza la paz.

A través de una página web llamada ‘Las 1.000 grullas ‘.  Makiko pide ayuda para completar las mil grullas de papel de las que habla la leyenda. Quien las complete, recibirá un deseo. Y ése, ahora mismo, no es otro que el fin de la amenaza de catástrofe nuclear y la mejor de las suertes para todos los damnificados. La grulla de la paz deja ahora paso a la grulla de la solidaridad, que desde todos los rincones inunda ya las webs con múltiples mensajes de apoyo.

¿Por qué un grulla?

Para los japoneses la grulla es el símbolo de la paz, como para nosotros lo es la paloma blanca. Para los japoneses la grulla además de paz significa salud.

¿Qué es una grulla?

Las grullas son aves de espacios abiertos. Se desplazan dando zancadas con sus largas patas  y recogen semillas e insectos con sus largos picos. Viven en bandadas y muchas de ellas recorren largas distancias para criar. Las distintas variedades de grullas tienen en común que se emparejan de por vida. Son muy fieles.

¿Qué es el origami?

El origami es parte integral de la cultura japonesa desde hace más de 1.000 años .  Su técnica se  basa en el plegado de papel para crear figuras (papiroflexia).

Aquí os dejo un vídeo precioso que ilustra sin palabras la triste historia de Sadako Sasaki. Os animo a verlo porque es realmente conmovedor.


Extraído de PitBox Blog
Leyenda de Sadako Sasaki y las mil grullas de origami. Mil grullas por Japón. Una leyenda para la esperanza.
Publicado el 19 marzo, 2011 por VitaraX


Según Akira Kurosawa la sociedad japonesa olvidó un poco las explosiones nucleares de Hiroshima y Nagasaki, masacre que dio por terminada una de las guerras más crueles que recuerda la humanidad. Las explosiones se produjeron el 6 y el 9 de agosto de 1945, entre ambas el lapso fue de apenas tres días, y la distancia entre las dos ciudades es de aproximadamente 300 km. Las bombas contenían cabezas de uranio-235 y plutonio-239, capaces de derretir todo lo que encontrara a su paso en un radio de 11 km. Una de ellas, la primera, fue denominada Little Boy y la otra, la segunda, Fat Man, por los norteamericanos. Unos años antes prominentes científicos, incluido Albert Einstein, habían mencionado que el material usado era una poderosa fuente de energía, incluso para fabricar bombas, y así fue. No es necesario hablar de víctimas, hoy todavía las estamos viendo. Lo paradójico es que entre las condiciones de la rendición japonesa una de ellas impedía a Japón tener armamento nuclear para lo cual se adoptaron los llamados “tres principios antinucleares”, establecidos precisamente para lograr esto. Pero, y a pesar de esta imposición, el mayor castigo de EE.UU al imperio japonés, antes de la guerra, fue quitarle la provisión de petróleo, lo que sin duda obligó, en el futuro, a que construya 16 centrales nucleares en la isla geológicamente más inestable del planeta.


El cine de Kurosawa, a pesar de haberse nutrido de los grandes maestros de la literatura y el cine occidental por lo menos en el aspecto formal, conceptualmente retoma muchos tópicos relacionados con la cultura y los mitos japoneses. Desde sus primeras obras, pasando por “Vivir”, “Rashomon”, “Yojimbo”, la extraordinaria “Dersu Uzala”, hasta “Los sueños” y “Madadayo”, lo que no podemos negar es la poderosa influencia de ese occidente, y filmó pensando en esos tres componentes: la cultura occidental, la mitología japonesa y la estética del cine universal, especialmente ruso y norteamericano. Esto lo llevó a componer imágenes llenas de aristas tomadas del western, la literatura rusa (Gorki, Dostoievski) e inglesa (Shakespeare), y los peculiares rasgos orientales históricos y hasta religiosos. “Rapsodia en Agosto” vuelve su mirada sobre la sociedad japonesa, incorpora la tragedia bélica y advierte sobre las catastróficas transgresiones del hombre sobre la naturaleza que guarda sus propias e inquebrantables que leyes que debemos respetar para no despertar su ira, sus fuerzas milenarias y su gran poder destructor. Ya en Los Sueños, en el primer cuento, el niño no debió espiar, no debió inmiscuirse, ni apenas mirar, los naturales ritos de los seres que pueblan los bosques, por lo que debe someterse a un duro y mortal castigo por sus propias manos. En medio de sus sueños, en otra historia, la devastación es el final del hombre casualmente por la radiación. Y sobre el final, uno de los más bellos, el anciano le enseña al visitante los bailes rituales funerarios de los habitantes de una pequeña aldea enmarcados por la madre naturaleza, sus rítmicos movimientos y la mística integración ancestral con el entorno. El ojo, inmenso ojo acusador, domina la pantalla, en Rapsodia en Agosto. El hongo nuclear, los vientos tornados en malignos, las fuerzas naturales desatadas, la incomprensión de las generaciones jóvenes, el egocentrismo de una sociedad superoccidentalizada e indiferente, son los elementos contra los que deben luchar los que aún guardan (como la abuela) la memoria de la tragedia atómica. Los mensajes de Kurosawa son claros y no se dirigen con exclusividad a recordar las bombas. Su homenaje está cargado de transparentes advertencias sobre la naturaleza de la transformación cultural, social y económica de un Japón atrapado entre la rígida rutina del hombre medio aún creyente en el viejo stablishment imperial, con su hábitos, sus costumbres ancestrales y su lógica oriental, y un proceso occidentalizador de sometimiento a condiciones impuestas, negocios conservadores de un status quo asentado por limitaciones geopolíticas, y una cada vez más férrea dependencia que mira no hacia oriente precisamente. Kurosawa en cada film, en cada imagen, en cada diálogo, observa esa contradicción y transmite la depresión resignada de una derrota demasiado cara.

En “Rapsodia en Agosto” muestra tres generaciones, sus actitudes y la reacción social frente al holocausto nuclear. La consternación y el vacío de la incomprensión de los más pequeños; la irracionalidad y la indiferencia, o el olvido, de los hijos de las víctimas; y el recuerdo cargado de odio y resignación de los sobrevivientes que ven cómo sus hijos y nietos miran con la distancia del descreído una historia que ya no es de ellos. El paisaje, la tierra, el árbol y la montaña, dejan de constituir elementos llenos de esencialidad, para ser sólo cosas, objetos, desprovistos de vida y entidad. Por supuesto, toda la obra de Kurosawa esta cruzada por esta concepción. En otra nota habíamos hablado de “Dersu Uzala”, quizá la más apropiada y adecuada para establecer su estética a partir de la fundamental y medular relación hombre-naturaleza. Los mundos de Dersu Uzala y la taiga se encuentran y constituyen un solo y esencial ente, síntesis del fundamento existencial de la tierra que pisamos, que no debe ser ni desvirtuada o ultrajada, por el contrario deberá ser protegida y cuidada como lo más valioso y principal.

El cine norteamericano ha realizado algunas películas sobre Hiroshima y Nagasaki, cabe destacar sólo una realmente. Llena de ironía, como no podía ser de otra manera, Kubrick con “Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb” (Dr. Insólito o: Cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba), destaca dos cosas en especial, el espíritu festivo y despreocupado de las autoridades militares y civiles de EE.UU al tomar y llevar a cabo los lanzamientos, y la lógica del norteamericano medio para defender a ultranza el estilo de vida que jamás van a perder, cueste lo que cueste. Por otro lado el francés Alain Resnais, autor de “Hiroshima, mon amour”, film del año 1959, donde, fiel a su trayectoria documentalista y narrador comprometido, transforma en imágenes la novela del mismo nombre de Marguerite Duras, dirigida a penetrar en las conciencias de los protagonistas con todas sus consecuencias de índole existencial que provocó semejante hecatombe con su carga de angustia, dolor, miedo y destrucción.

Mencionar estos films, no necesariamente relacionados con la catástrofe del terremoto y posterior tsunami en Japón, nos hace reflexionar sobre otras consecuencias aún más letales todavía, como las averías en las centrales nucleares y la contaminación radioactiva derivada. Nos hace pensar en la historia del imperio japonés, en su pueblo, en esa pequeña isla superpoblada, en sus avances tecnológicos, en sus guerras, en sus mega ciudades, su peculiar religiosidad llena de mitos y leyendas, sus avances imperialistas y expansionistas, su particular visión del mundo, sus derrotas militares, sus rituales cotidianos, sus extraordinarios avances, su consumismo y su extraña relación con el occidente. Todo sobre una también distintiva geografía, inestable, pero también temida y reverenciada. Conjunción, combinación de poderosos factores que llevaron y la llevan a ser hoy en día uno de los países que más atención produjo en la historia de la humanidad. Tendrá que ser socorrida, tendrá que ser protegida y tendrá que ser estudiada como modelo de soberbia, altivez y valentía, todo al mismo tiempo.

Héctor Correa
Punta Alta, marzo de 2011



viernes, 4 de marzo de 2011

NI UNO MENOS (YI GE DOU BU NENG SHOU)



De la LEY N° 26.206
LEY DE EDUCACIÓN NACIONAL
(Por supuesto la ley argentina)


ARTÍCULO 8°.- La educación brindará las oportunidades necesarias para
desarrollar y fortalecer la formación integral de las personas a lo largo de toda la
vida y promover en cada educando/a la capacidad de definir su proyecto de vida,
basado en los valores de libertad, paz, solidaridad, igualdad, respeto a la
diversidad, justicia, responsabilidad y bien común.

CAPÍTULO II
FINES Y OBJETIVOS DE LA POLÍTICA EDUCATIVA NACIONAL
o) Comprometer a los medios masivos de comunicación a asumir mayores grados
de responsabilidad ética y social por los contenidos y valores que transmiten.


CAPÍTULO IV
EDUCACIÓN SECUNDARIA
h) La atención psicológica, psicopedagógica y médica de aquellos adolescentes y
jóvenes que la necesiten, a través de la conformación de gabinetes
interdisciplinarios en las escuelas y la articulación intersectorial con las distintas
áreas gubernamentales de políticas sociales y otras que se consideren
pertinentes.



Título en inglés: Not one less.
Dirección: Zhang Yimou.
País: China .
Año: 1999.
Duración: 106 min.
Interpretación: Minzhi Wei, Huike Zhang, Zhenda Tian, Enman Gao, Zhimei Sun, Yuying Fen, Fanfan Li, Zhang Yichang, Xu Zhanqing, Liu Hanzhi, Ma Guolin, Wu Wanlu, Liu Ru, Wang Shulan, Fu Xinmin, Bai Mei. Actores no profesionales interpretando unos personajes basados en ellos mismos.
Guión: Xiangsheng Shi.
Producción: Yu Zhao.
Música: Bao San.
Fotografía: Yong Hou.
Montaje: Ru Zhai.
Diseño de producción: Juiping Cao.
Vestuario: Huamiao Tong.
Premios: León de Oro en el Festival Internacional de Cine de Venecia

Filmografía de Zhang Yimou:

1987 - Sorgo rojo
1989 - Daihao meizhoubao (sin traducción)
1990 - La semilla de crisantemo. (Ju Dou)
1991 - La linterna roja. (Da hong deng long gao gao gua)
1992 - Qiu Ju, una mujer china. (Qiu Ju da guan si)
1994 - ¡Vivir! (Huozhe)
1995 - La joya de Shanghái. (Yao a yao yao dao waipo qiao).
1997 - Keep cool. (You hua hao shuo)
1999 - Ni uno menos (Yi ge dou bu neng shao)
1999 - Turandot - At the Forbidden City of Beijing
1999 - El camino a casa. (Wo de fu qin mu qin)
2000 - Happy Time (Xingfu shiguang)
2002 - Heroe (Ying xiong)
2004 - La casa de las dagas voladoras (Shi mian mai fu)
2005 - La búsqueda (Qian li zou dan ji)
2006 - La maldición de la flor dorada (Man cheng jin dai huang jin jia)
2008 - Ceremonia inaugural del Mundial de Fútbol 2008 realizado en China

En la Italia del neorrealismo, movimiento cinematográfico de extraordinaria influencia dentro y fuera de las fronteras italianas, y que aún sigue teniéndola, Paolo y Vittorio Taviani (de 79 y 81 años respectivamente), en 1977, filman una de las obras más duras y conmovedoras sobre el tema de la educación, en especial de la educación en regiones rurales, sobre la novela autobiográfica de  Gavino Ledda, un lingüista de relevancia luego en su país: “Padre Padrone”. Dos aspectos se destacan en este film de los hermanos Taviani, los silencios y las pocas palabras pero vitalmente relacionadas con el comportamiento de los hombres, y la tenacidad del protagonista, por su educación, en un medio adverso, cruzado por los aún vigentes esquemas culturales y antropológicos medioevales de ciertas regiones, y por qué no, sociedades de la Italia contemporánea. La película sigue teniendo suma vigencia y vale la pena verla para conocer cómo la exclusión de las pequeñas poblaciones rurales, sus habitantes, y los paradigmas educativos retrógrados condicionan la vida, los horizontes y los destinos de pueblos enteros. El film fue reconocido internacionalmente, por lo que recibió varios premios.



“Padre Padrone”, se escribió y luego se filmó, en la Italia (Europa) de la segunda mitad del siglo pasado. En otro continente, Asia, de la China milenaria, pero en las postrimerías del siglo XX, en 1999, Zhang Yimou, uno de sus mejores directores, filma una extraña pero también impactante historia sobre una pequeña maestra (Wei Minzhi) de 13 años llamada a cumplir una suplencia de un mes en una escuela rural de una provincia China.

En “La trilogía de Apu”, obras fílmicas creadas por el director bengalí  Satyajit Ray entre 1955 y 1960, (Pather Panchali -Canción del Pequeño Camino-, Aparajito -El Invencible- y Apur Sansar -El Mundo de Apu-), se relata la vida y la educación de un niño en Bengala, sobre las obras del escritor Bibhutibhushan Bandopadhyay, también bengalí. De nuevo la obstinación y la perseverancia dominan estas vidas y estas imágenes llenas de valores hoy olvidados sobre las esenciales relaciones entre estado y educación.

Mencionamos estos tres realizadores para tener referencias concretas y palpables acerca de la preocupación que semejante tema produce y porque, no en vano, el cuadro cinematográfico traduce y refleja las iniquidades y perversidades que los grandes países del occidente superdesarrollado han cometido en su camino por el poder y la felicidad de sus sociedades. O sea a costa de continentes enteros: Asia, África y América.

Pero la idea era detenernos en “Ni uno menos” de Zhang Yimou. Una sola idea domina con exclusividad la historia. Se trata de preservar, conservar y evitar que el número de alumnos disminuya en esa pequeña y pobre escuela, o, en otras palabras, que durante el mes de la suplencia nadie deserte. Ese objetivo es el que tratará, por cualquier medio, de no perder de vista la pequeña maestra china. El extraño camino que emprende para recuperar al único desertor es un complejo y profundo periplo donde la perseverancia, por un lado, y la homérica ruta, por el otro, se combinan para mostrarnos todos los grandes temas por los que ha transitado la China de Mao, en los aspectos sociales, económicos, culturales políticos y educacionales. Una sencilla historia se transforma en una compleja pintura de la China moderna.


El antiquísimo conflicto ciudad-campo, eje y motivo de innumerables actos de violencia entre los hombres, es el marco en el cual se desarrolla “Ni uno menos”. Las contradicciones de las sociedades donde el despojo fue una constante, la explotación una forma de vida, y el analfabetismo una condición difícil de salvar, dejan al descubierto no sólo las luchas de los pueblos por no sucumbir, sino también los actos individuales de seres pequeños a veces, ignotos e ignorados, que con sólo su voluntad se yerguen en una dimensión colosal, épica y heroica, como ejemplos, modelos, del inconmensurable empeño por enfrentar los inalcanzables sistemas de ignominia y inhumanidad.

Las sucesivas etapas por las que transita Wei Minzhi, el momento tenso y desconcertante de su primer encuentro con el maestro que debe alejarse, su temeroso enfrentamiento con el alcalde, y la suprema prueba que debe sortear desde el punto de vista pedagógico, donde logra un alcance didáctico increíble, son aspectos que desde el punto de vista fílmico y humano demuestran la maestría de Yimou. Y donde logra su mayor envergadura estética y conceptual es cuando en su último y final recorrido la ciudad se yergue como un tremendo conglomerado de asfalto, grandes edificios, seres burocratizados y corruptos, y muy poca solidaridad y comprensión. El regreso es el elemento catártico que descomprime tanta iniquidad y perversidad, como un final feliz. Todos se montan, todos aprenden y todos deben reconocer, sobre el sacrificio y la persistencia de una niña devenida en maestra, que sólo, por mantener su palabra o su promesa, a cambio de su salario, obtiene lo que, de otra manera, sería imposible. “Ni uno menos” es una obra pequeña, sencilla, simple, como los niños que la interpretan y la maestra que la hace, esa es la magnitud de la sabiduría, no se necesita mucho más.

Héctor Correa
Punta, marzo de 2011