viernes, 20 de agosto de 2010

LAND OF THE BLIND. (EN EL PAÍS DE LOS CIEGOS EL TUERTO ES REY)


Título original: Land of the Blind
Año: 2006
País: USA
Duración: 101 min
Estreno en USA: 16-06-2006
Director: Robert Edwards
Reparto: Ralph Fiennes, Donald Sutherland, Laura Fraser, Lara Flynn Boyle, Mark Dymond, Henry Breitrose, Ron Cook, Robert Daws
Guión: Robert Edwards
Productora: Bauer Martínez Studios - Coproducción USA-UK


No podríamos hablar de distopías sin hacer referencia obligada al término utopía y sin mencionar a Tomás Moro (nacido en Londres el 7 de febrero de 1478, y fallecido en Londres también, decapitado, el 6 de julio de 1535) autor de “Utopía”, libro donde describe pormenorizadamente un país que como termina explicando en su Conclusión final: “Os he descrito con la mayor sinceridad el modo de ser de su República a la que considero no sólo la mejor, sino la única digna de llevar tal nombre. Porque en otros sitios los que hablan de la República lo que buscan es su interés personal. Pero en Utopía, como no hay intereses particulares, se toma como interés propio el patrimonio público; con lo cual el provecho es para todos.” Esto fue escrito en el s. XVI, producto de una imaginación desbordante sin duda.

El término distopía, lo opuesto de utopía, en realidad es también producto de una mente febril, y describe, como en una utopía, un país ideal, abstracto, totalmente alejado de lo factible o posible, por lo tanto ficticio pero desencantado, desesperanzado, perverso, indeseable y apocalíptico. Por lo que ambos términos no se diferencian mucho, describen mundos imaginarios, apartados de lo real, y en realidad sin existencia. Sólo cabe una advertencia, mientras lo utópico transcurre como algo desprovisto de factibilidad en un futuro, lo distópico se funda sobre los desvíos y los extravíos, o bien los resultados catastróficos del mundo que supuestamente se vive en el momento actual. La visión apocalíptica, por lo tanto, es una construcción político-ideológica con un determinado fin y con claros objetivos prácticos de poder y supremacía sobre el hombre. Las grandes construcciones utópicas, sólo fueron eso, producto de aspiraciones irreales hacia un mundo mejor desprovisto de lo distópico, cruel e inhumano. Todo esto le costó la cabeza a Tomás Moro, considerado un excelente pensador religioso y humanista en una Inglaterra sumida en profundas luchas entre papistas y anglicanos.


A Robert Edwards, director estadounidense que vive en Nueva York, nacido en Alemania en 1963, o sea que tiene 47 años, se le ocurrió construir una distopía, es decir un film que describe un futuro no muy lejano pero hecho de los retazos de todas las calamidades, a su entender, plagas y desastres sociales y políticos que atravesaron nuestra tierra. Todos los “dictadores”, “tiranos”, “asesinos” que detentaron la suma del poder en cualquier país de África, Sudamérica o Asia, o la Europa del este, está o atraviesa esta película, repleta de los peor que le puede suceder a la humanidad cuando falla la “democracia”.


No nos vamos a olvidar de acotar algo sobre este director, primero que ganó la beca Nicholl en guión, de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de EE.UU en 2001; y segundo, que se desempeñó durante casi seis años como oficial de infantería e inteligencia en el ejército norteamericano durante la guerra del Golfo en Irak. “En el país de los ciegos”, traducción de su título “Land of the Blind”, el tuerto es rey, es la primera película que realiza, y resume con la ayuda de las actuaciones de Donald Sutherland, Ralph Fienes, y Laura Fraser, lo que le puede suceder a un país gobernado por un demente, heredero a su vez de otro demente, al que le sucede un demente peor. No hay duda que es una concepción distópica, con personajes distópicos, un país distópico y con un futuro, como no puede suceder de otra manera, distópico.
Por supuesto, no es lo mismo la ciencia ficción que una construcción distópica, ambas basadas en concepciones ficticias, que pueden suceder en un tiempo y un espacio no muy precisos, y con elementos narrativos que trasladan aspectos de la cultura de masas, el anticipo de ideas e inventos, o bien mundos utópicos o distópicos según, a veces, la orientación política-ideológica del autor, como en este caso.

Uno de los films más exitosos de los últimos años, “Avatar”, escrita y dirigida por James Cameron en 2009, ambientada en 2154 en un extraño y paradisíaco mundo llamado Pandora, quizá sea un claro ejemplo del choque que inevitablemente podría producirse entre ambas formas de ver o imaginar la realidad, o sea entre lo utópico y lo distópico. Con un pequeño pero a la vez agregado, el autor (Cameron) describe lo feroz y cruel que puede ser cuando lo distópico trata de penetrar sobre lo utópico como única salida que el hombre puede llegar a tener para su salvación.

Otras formas, como el planteo del film “El día que la tierra se detuvo” (2008) de Scott Derrickson, basada en aquel original “El día que paralizaron la tierra”, (The Day the Earth Stood Still, 1951), del director Robert Wise, donde seres enviados desde otros confines del universo tienen como misión eliminar la especie humana para salvar el planeta, se inclinan por navegar entre lo apocalíptico y el mundo perfecto extraño a la Tierra.

Todos extraños, a veces estrambóticos esbozos de incursiones en lo distópico, como para desechar lo utópico de la base conceptual, en esa búsqueda permanente de los inalcanzable e inexistente.

En este caso, “Land of the Blind”, es una clara advertencia, más política e ideológica, destinada a describir nuestra situación, desde una posición moralmente incólume, que si la dejamos avanzar tendrá esas consecuencias, inundará el planeta, especialmente ciertas regiones, de crueles gobiernos horripilantes.

Interesante film, ya que refleja, expresa y muestra, con transparencia, la visión de ciertos grupos intelectuales y de la industria cinematográfica norteamericana acerca del futuro de países donde, según esta óptica, se yerguen gobiernos payasescos (clownish), dictatoriales y corruptos. Y donde es necesaria la mano fuerte del Imperio. Y lo que lo hace más atrayente es la utilización de recursos narrativos tragicómicos en deformadas versiones tomadas de la literatura distópica del s. XVII. Sobre el director, Robert Edwards, podríamos abundar en más detalle sobre su trayectoria, en especial su participación en las guerras contra la cultura musulmana, su visión de ciertas batallas en Vietnam, y su vínculo con el modo y la forma de hacer cine de Gibson. Sólo queríamos resaltar ciertos aspectos de este cine, tan caro y tan elocuente sobre la presencia de EE.UU en el universo.


Héctor Correa
Punta Alta, agosto de 2010


2 comentarios:

  1. Hector, me gusta tu blog. Llegué hasta aquí de casualidad tratando de buscar una critica que pudiera exlicar la angustia que senti al ver este film. Las antinomias Utopía y Distopía me dieron mucha claridad, sobre todo las descripciones del autor. Ahora vuelvo a cerrar el círculo. El film no trata mas que de otro relato del imperialismo hedonista que desea posicionar negativamente a la política, cuando esta nos viene enseñando esobre todo en Latinoamérica que es la legítima herramienta del cambio social, de la democracia inclusiva, de la memoria colectiva. Esto se revelaría aún mas en la invisibilizacón que hace el film respecto a intereses corporativos Saludos y gracias por tu análisis!!!

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  2. Gracias por tus palabras. La intención es, desde mi punto de vista, clarificar lo que el film con sus imágenes trata de decirnos. Nada más.
    Héctor

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