martes, 15 de septiembre de 2009

SONBAHAR (OTOÑO)


"No hace al mártir la pena que padece, sino la causa o motivo por que padece"
San Agustín


Yönetmen: Özcan Alper
Yapımcı: F. Serkan Acar
Senarist: Özcan Alper
Oyuncular: Onur Saylak, Megi Kobaladze, Serkan Keskin, Raife Yenigül
Görüntü yönetmeni: Feza Çaldıran
Yayın bilgileri
Yapım yılı, ülkesi: 2007, Türkiye
Süre: 95 dakika
Dil: Türkçe, Hemşince, Gürcüce
Tür: Dram
Cins: Sinema filmi
Gösterim tarihi: 19.12.2008
Renk: Renkli

Dirección: Özcan Alper
País: Alemania - Turquía
Año: 2008
Duración: 99 min.
Género: Drama
Guión: Özcan Alper
Producción: Coproducción Turquía-Alemania; Filmfabrik / Kuzey Film
Fecha Estreno: 19-12-2008
Reparto: Onur Saylak, Cihan Camkerte, Yasar Güven, Serkan Keskin, Megi Kobaladze, Nino Lejava, Sibel Öz, Serhan Pirpir, Raife Yenigül.

Pequeña biografía del director:

“Özcan Alper nació en 1975 en una pequeña ciudad de Artvin, al este de Turquía. En 1992 comenzó a estudiar física en la universidad de Estambul. Durante sus estudios universitarios se interesó más por lo cultural y la política que por sus estudios académicos. En 1996 pasó a la ciencia de la historia en la misma universidad. Al mismo tiempo comenzó a interesarse en el cine y trabajó en grupos del cine alternatif. Después de su comienzo en 1999 trabajó en varias películas y cuentos por entregas de la TV, como director auxiliar y personal de producción. Su primer cortometraje “Momi” (abuela) consiguió varias concesiones. Era la primera película de la lengua de Hemsin (dialecto hablado en el noreste de Turquía) shooten en el mundo. “Otoño” es el primer largometraje de Alper y fue apoyado por el ministerio cultural turco. También escribió a veces críticas de cine en Yeni Film un espacio bien conocido del cine en Turquía.” (reseña extraída del sitio oficial del film)

Filmografía:

2005 - Rhapsody and Melancholy in Tokai City - 25 min. Doc.
2002 - Voyage in the Time with a scientist - 60 min. Doc.
2001 - Grandmother - 30 min. Short Film


Identificar el pasaje del otoño al invierno con la soledad, el escepticismo, la frustración, el desamor, el abandono, el tedio y el pesimismo de una vida truncada por todo esto más la enfermedad, una enfermedad terminal, quizá no sea muy original. Pero, si todo este cuadro viene, o se enmarca en una historia trágica, políticamente trágica, y un retorno al terruño, con toda la carga emocional que esto provoca después de diez años de cárcel, a un pequeño pueblito turco enclavado en la montaña ubicada frente al Mar Negro, es otra cosa.

Turquía es un país que nosotros, los latinoamericanos, no conocemos muy bien. Sabemos sí que fue sede de uno de los imperios más poderosos de la historia, el Otomano. Su población no es muy numerosa, unos 68 millones de habitantes, la capital es Ankara, y la ciudad más importante por su densidad poblacional es Estambul. En realidad es considerado un país euro-asiático, y por supuesto estratégico por su ubicación tan especial en la región.

Özcan Alper, el director de este film, que alude a una estación, lluviosa, en la montaña de la región del Mar Negro, al norte de Turquía, en realidad nació en Artvin, en 1975, una ciudad también pequeña de esta región.

Curiosamente, Alper no eligió el extraordinario encanto de lo que fue la época bizantina, ni la arquitectura que prevaleció, magnífica y ostentosa, durante el imperio turco-otomano, que duró hasta la constitución de la Nueva República en 1923, no, prefirió quedarse con la montaña, y ese mar (el Mar Negro) que golpea implacablemente al protagonista. Y lo golpea por dos razones profundas y esenciales. Por un lado, la historia reciente, el primer holocausto de la historia del siglo XX al menos, la masacre que produjo nada menos que más de un millón y medio de armenios, entre 1914 y 1917, en plena Primera Guerra Mundial. Por otro lado, los estrechos y sustanciales vínculos con Rusia, los zares y la ex Unión Soviética. El Mar Muerto, al norte, surge así como la fuerza tremenda casi incontrolable de una historia de aportes e intercambios de toda índole, en el orden económico, cultural y político. No podemos soslayar que Turquía (Estambul) limita hacia el Este con Georgia y Rusia, y se levanta como un colosal puente entre Europa y Asia. Por supuesto adentrarnos en la historia de este pueblo, el turco, sería recorrer buena parte de la evolución económica, cultural y religiosa del hombre.

¿Qué podemos decir, en este film, acerca de la influencia rusa, especialmente de su literatura, y por supuesto de su cine? Que es notoria y muy evidente a partir de la lectura de algunos clásicos de la mejor novela rusa, no sólo Tolstoi, sino Dostoievski, Pushkin y Gogol, sin duda. Dos cosas al respecto, la sustancial y bastante bien resuelta angustia de Onur Saylak, su lucha interna y la mirada que esparce sobre el mundo; y luego su relación primero con esa naturaleza y segundo con esos hombres sumidos y confundidos con el entorno; y, por otro lado, sin duda, la figura de la prostituta georgiana, otra lucha y otra vida compleja y llena de conflictos para sobrellevar como sea frente a ese universo.



Los detalles pictóricos de “Sonbahar”, los paisajes vistos a través de marcos (ventanas), sus animales, la naturaleza toda de la región, los caminos de la montaña, el río, y el mar, en perfecta conjunción con la música que tañe Onur conforman la visión de una tierra llena de esencia y riqueza ancestral y encuadra lo tormentoso de la una existencia llena de dudas y sufrimiento vital.

Los silencios de Onur, la mirada hacia el incierto horizonte con las furiosas olas empapando su cara no son más que la advertencia del autor sobre la triste experiencia y la frustración generacional por cambiar ese inhumano mundo. Ya desde la literatura rusa del s. XIX esta problemática existencial teñida de ideología ha sido una constante de la región, esa tremenda región, universalizada y extendida sobre una generación entera. La angustia frente a lo incontrolable y desconocido de Dostoievski, el sufrimiento del hombre de la tierra, que labra y labora su parcela con el sacrificio ancestral que le proporciona la legitimidad de la propiedad tan bien contado por Tolstoi, además de la incertidumbre como punto de vista de los creadores de ese teatro tan especial de Pushkin o Chejov que tanta influencia tuvo en el mundo, todo pasó por esa Turquía milenaria que nunca será postmoderna, desde la óptica occidental, ni oriental si nos atenemos a la función geopolítica de su territorio.

Tenemos que observar detenidamente un mapa para darnos cuenta de todo esto:



Sobre los aspectos geopolíticos de Turquía habría que escribir mucho más. Están cruzados por aristas religiosas, territoriales, étnicas, hasta idiomáticas. Hasta tal punto que podemos profundizar hasta el cansancio en su historia y hallar nuestros propios orígenes como americanos (o latinoamericanos, como se prefiera). De la observación del mapa descubrimos su situación en el mundo, su trascendencia histórica y su complejidad cultural, lo que deriva en un comprometido análisis de cualquier obra de arte generada en ese suelo. Quizá “Otoño” (“Sonbahar”) sea una humilde muestra frente a semejante caudal de cuestiones y entrecruzamientos humanos. Pero sus imágenes y la complicada herencia que transporta el personaje, incluso la prostituta, la madre, los amigos y los pobladores, nos hace pensar en los múltiples y diversos flancos estéticos y humanos del film, y también en que vale la pena detenernos en la historia y su forma por lo que estamos diciendo, sin duda.

Hasta qué punto el antediluviano Mar Negro determina o determinó el desarrollo, evolución del hombre en este mundo, hasta qué punto el pensamiento, la estructura lógica del pensamiento humano, es producto de la influencia protohistórica de este mar, es algo que es casi imposible de definir, pero sin duda, tiene una certeza que va más allá y se inserta en los albores de nuestros orígenes, y no podemos dejar de considerar que este film, por pequeño y humilde, encierra esa riqueza ancestral que provoca por otra parte que nosotros podamos hablar de cine, hoy.


Héctor Correa
Punta Alta, setiembre de 2009

4 comentarios:

  1. Acabo de terminar de ver Sonbahar y, buscando información sobre el director, di con tu blog. Tu nota me pareció fantástica. Me encanta cómo relacionás literatura, historia y geografía.
    Soy una apasionada de los escritores rusos del siglo XIX y tuve la fortuna, hace un par de años, de conocer algunos pueblos de la costa turca del Mar Negro. Tus palabras fueron el perfecto broche final para Sonhabar y para una tarde llena de nostalgia.
    Muchos saludos,
    María

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  2. SerViajera:
    Te agradezco mucho tu comentario. Quizá sea el fin y el objetivo último de este blog, llegar a la esencia a través de todos los caminos posibles. El cine, como arte integral tiene esa particularidad. Haber podido aunque sea esbozar un poco de todo eso ya a uno lo hace sentir satisfecho.
    Un saldo grande
    Héctor

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  3. Me gusto mucho esta nota! La cultura Turca es realmente interesante. Comparando esta pelicula con ortros de Bilge Ceylan o las novelas de Orhan Pamuk, se ve mucho de esta cultura que está dividido en lo européo y lo asiatico

    Tal vez vale la pena de mencionar que tambien se ve influencia del cine Ruso (por menos de lo que veo yo) especialmente de Tarkovski (paisajes, referencias a entre otro Friedrich, Breugel, memoria) y Konchalovski. Del último se ve un fragmente de Tio Vania (1970) con Smoktunovski y Kupchenko.

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  4. La mención que haces de Tarkovski -que en otra nota lo ubico como el referente más completo de la cultura rusa en el cine- me parece muy justa, al igual de Konchalovski. Si seguimos referenciando debemos hacer justicia con Kurosawa, quizá uno de los pocos que incorporó en su estética la naturaleza como fuerza y protagonista de sus films. Ni hablar de la cultura turca, una región que fue cuna y fundamento del paso del hombre sobre la tierra. Excelente comentario y gracias

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