sábado, 4 de octubre de 2008

SOBRE EL CINE Y LA NATURALEZA


Koyaanisqatsi: Vida en desequilibrio
Título original: Koyyanisqatsi: Life Out Balance
Género: Documental
Año: 1983
Lenguaje: Imágenes/Música
País: Estados Unidos
Duración: 86 minutos
Dirección: Godfrey Reggio
Guión: Ron Fricke, Michael Hoenig, Godfrey Reggio, Alton Walpole.
Producción: Francis Ford Coppola
Música: Philip Glass
Fotografía: Ron Fricke
Edición: Ron Fricke y Alton Walpole

Powaqqatsi: Vida en transformación
Título original: Powaqqatsi: life in tranformation
Género: Documental
Año: 1988
Lenguaje: Imágenes-Música
País: Estados Unidos
Duración: 99 minutos
Dirección: Godfrey Reggio
Guión: Godfrey Reggio y Ken Richards
Producción: Francis Ford Coppola y George Lucas
Música: Philip Glass
Fotografía: Graham Berry y Leonidas Zourdoumis
Edición: Iris Cahn, Miroslav Janek y Alton Walpole

Naqoyqatsi: Vida como guerra
Título original: Naqoyqatsi: life as a war
Género: documental
Año: 2002
Lenguaje: Imágenes-Música
País: Estados Unidos
Duración: 89 minutos
Dirección: Godfrey Reggio
Guión: Godfrey Reggio
Producción: Stephen Soderbergh
Música: Philip Glass
Fotografía: Russell Lee fine
Edición: Godrey Reggio


Que el cine ha sido –y en parte sigue siendo-, la reunión de distintas “artes” o géneros artísticos con un único objetivo estético; y que la luz hecha imagen prevalece al constituirse en la “esencia” del arte cinematográfico, son dos cuestiones que le dieron precisamente esa trascendencia socio-cultural que recorrió los dos últimos siglos de la historia del hombre.

La concepción totalizadora que trasunta cualquier realización cinematográfica emerge por sobre cualquier otra idea para determinar la esencialidad de este género artístico y su extraordinaria influencia en la vida y los destinos de muchas generaciones. Hoy, la imagen predomina por sobre otros medios y soportes e impacta con profundidad en la racionalidad y la subjetividad del hombre.

El cine documental fue y es un género muy útil, pero también sustancial desde el punto de vista estético, ya que de una u otra manera nos mostró, nos deslumbró y nos informó sobre asuntos y temas de la historia, la geografía y la humanidad toda, aportando, descubriendo y experimentando técnicas, formas, y buceando en contenidos nunca antes afrontados por los realizadores y artistas. El movimiento, la profundidad semántica de la imagen y la utilización de diversos tempos, junto con el concepto de dramatización, han configurado toda una estética que se desarrolló con cierta independencia de la ficción y la narrativa convencional.

Las escuelas documentalistas surgidas en la rica historia universal del cine, como ser la escuela inglesa, la rusa, la norteamericana, la francesa, la canadiense, y los aportes como los de Luis Buñuel durante la España franquista incluso, como la labor de la alemana Leni Riefenstahl durante la Alemania de Hitler, han demostrado la extraordinaria influencia de este género en el cine como acto artístico y en su trayectoria como industria, esto no lo podemos ni obviar ni olvidar. Por lo tanto los directores representativos de cada escuela en cada país constituyeron puntos de vista distintos en cuanto al cine documental en sus relaciones forma-contenido y en sus objetivos utilitarios del mismo, no ya como una cuestión puramente estética sino como un asunto político que le dio una dimensión inusitada al género propiamente dicho.

Philip Glass y Godfrey Reggio, especialmente este último como realizador, montaron esta trilogía aportando cada uno una visión muy particular de la naturaleza, especialmente en lo relativo a sus relaciones con el hombre y la acción negativa o positiva que han establecido sobre ella. La música junto con las imágenes actuando como reemplazo en sí de la voz humana en la creación de una atmósfera trascendente y de honda integración con el ambiente, sólo se encuentran en los intentos documentalistas que tratan sobre la esencialidad de las relaciones hombre-tierra, caso Baraka de Ron Fricke, fotógrafo de Reggio en Koyaanisqatsi, obra de 1992, donde trata de interpretar las raíces elementales que nos ligan a nuestra Tierra desde y para la eternidad. La música del Philip Glass Ensemble, diría coautor de la trilogía, es una clara muestra de una labor integradora entre música e imagen, y en este caso casi sobresaliendo ya que la obra se asienta sobre la primera constituyendo una experiencia casi mística donde el sonido emerge como protagonista de esa lucha dialéctica del hombre y la Tierra. Toda una interpretación de los alcances que puede tener el tema de la preservación, los daños y la irracionalidad que predomina nuestra relación con el entorno.

El paisaje, la Tierra que nos rodea, el suelo sobre el cual se asienta nuestra razón de ser, el planeta todo, sus conexiones trascendentes con el hombre, la supervivencia de éste y su destino, han alimentado en más de una ocasión el cine documental. Hemos mencionado, además de esta Qatsi Trilogy, Baraka (la esencia), y podemos citar otras realizaciones con las mismas intenciones pero hechas con otros recursos, tal el caso de las dos obras de Jacques Perrin, Microcosmos (1996) y Le Peuple Migrateur (2001), la extraordinaria Las Hurdes pueblo sin pan (1932) del español Luis Buñuel, el director negro Spike Lee con When the Leeves Broke, A Requiem in Four Acts (2005) sobre el desastroso y trágico paso del huracán Katrina, o bien dentro de los parámetros del establishment como el caso de Al Gore con su An Inconvenient Truth (2006) sobre el famoso calentamiento global, etc. Todos documentales que a su manera tratan la cuestión del hombre y el planeta Tierra.
Pero, dentro del cine de ficción, la industria cinematográfica (Hollywood) ha incursionado en el tema, más, ha creado un género, llamado de desastre, con innumerables películas, algunas artesanalmente bien hechas, otras desastrosas no por el contenido en sí, sino como realización o mero entretenimiento. Pero, y el tema es infinito por su riqueza e importancia, otras cinematografías han tocado la temática desde diversos ángulos místicos, religiosos o trascendentales, como Solaris del ruso Andrei Tarkosvski, el japonés Akira Kurosawa con Dersu Uzala, Los sueños de Kurosawa, y Rapsodia en Agosto. En nuestro país, un excelente realizador como Pablo Trapero, en su Nacido y Criado (2007) ubica la historia en un lugar desolado, yermo y árido, nuestra Patagonia, para contar como un hombre en crisis evoluciona vitalmente mientras el espacio geográfico con sus habitantes típicos lo golpea hasta doblarlo en todos sus aspectos. Estos son unos pocos ejemplos sobre el espacio geográfico y el cine, su influencia y como vehículo de ideas y conceptos, formas de vida y concepciones del mundo, posiciones ideológicas, o discusiones estéticas sobre la imagen.

Esta trilogía es digna de disfrutar primero como realización cinematográfica, y luego como una clara advertencia para el hombre. La geografía en definitiva es eso, todo eso, y los artistas de la imagen así lo han comprendido, han creado obras alrededor de esta disciplina, han bebido de sus aportes humanistas, y se han nutrido de sus estudios y su ciencia sobre la Tierra que en definitiva es donde hacemos todo eso.

Héctor Correa

Punta Alta, octubre de 2008